El reto de innovar en el actual ‘momento de transición’ del sector financiero (consulta a tu CFO)

El acceso a la financiación para innovar se está viendo sacudido por el auge del capital privado, frente al protagonismo tradicional de la banca y las bolsas, y por las dificultades a las que se enfrenta el sector público, obligado a reducir el déficit, de modo que hay que adaptar la estrategia para cubrir las necesidades que tienen los inversores, apostando por la propiedad intelectual y facilitando desde la Administración el acceso a los datos para hacer realidad el boom de la IA
Eugenio Mallol
31 de diciembre de 2023 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
El reto de innovar en el actual ‘momento de transición’ del sector financiero (consulta a tu CFO)

Hay que saber definir una estrategia para el “momento de transición”, como lo define el Santander en su Outlook para 2024, en el que están entrando los mercados financieros. El papel que venían desempeñando tradicionalmente las bolsas y la banca, para cubrir las necesidades de financiación de las empresas, está balanceándose cada vez más hacia los mercados privados no cotizados, que incluyen deuda privada, inversión en infraestructuras, recursos naturales, inmobiliario y capital privado. ¿Es esa una buena noticia para la innovación?

Depende de cómo gestione cada empresa su posicionamiento en el mercado, de ahí la apelación a la capacidad estratégica de los directivos. Estamos descubriendo ahora el enorme potencial de España en el ámbito de la fotónica, por ejemplo, una de las piezas fundamentales de la nueva era de la microelectrónica. Hitachi lo hizo hace tiempo, adquiriendo VLC Photonics, y Oesía Networks cerraba en 2023 la compra de otra de las joyas de la corona, Das Photonics, afincada también en Valencia, con la que completa un grupo que incluye también a Tecnobit, Cipherbit, UAV Navigation e Inster.

Fórmulas como la emisión de deuda privada convertible están experimentado un auge como alternativa a los instrumentos de financiación tradicionales, pese a que impacto del ciclo de subidas de tipos de interés está resultando más moderado de lo esperado. Según el informe del Santander, “el consenso ha pasado de la inevitabilidad de una recesión a un aterrizaje suave”.

La deuda privada demuestra una mayor flexibilidad para responder a las necesidades específicas de las empresas en sus diferentes etapas de desarrollo: suele ofrecer vencimientos más largos, cláusulas menos estrictas y un enfoque más práctico, que fomenta asociaciones a largo plazo entre las partes.

Es perceptible ya que la fragilidad de las finanzas públicas acabará trasladándose a su capacidad para apoyar las apuestas innovadoras del sector privado. A lo largo del último año he venido formulando la misma pregunta a todos los buenos conocedores del ecosistema español: ¿hay alguna estrategia pensada para el día después de los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que tanto bien están haciendo a las administraciones locales, pero menos a la clase media empresarial?

La Administración va a tener que encarrilar el déficit fiscal, porque en un escenario de tipos de interés elevados, bajo crecimiento, inestabilidad geopolítica e incertidumbre en la cadena de suministro, como el que afronta España, Europa, el mundo desarrollado, la cuadratura del círculo sencillamente no existe. Menos aún en un arranque de legislatura en el que la política claramente se ha comido a la tecnología.

La innovación será clave para captar la atención del capital privado y acreditar la condición de empresa con una buena base científico-tecnológica requerirá probablemente de un cambio de cultura. En especial, respecto a lo que la propiedad intelectual se refiere. Hace poco, José Ángel López Mayoralas, EMEAR Sales Enterprise Strategist de Cisco Systems, uno de los directivos españoles con más experiencia en el lanzamiento de ecosistemas digitales en todo el mundo, me expresaba su sorpresa por el bajo nivel de patentes del tejido productivo español.

Convertirnos en un lugar atractivo para invertir, o para captar financiación privada, distinta de la bursátil y bancaria, requiere de una revisión a fondo de los motivos por los que nuestros investigadores y nuestras empresas son reacios a patentar.

Hay tantas otras cuestiones fundamentales. Por ejemplo, ante el caramelo que se está poniendo frente a los inversores llamado inteligencia artificial (“la fuerza disruptiva más destacada con un inmenso potencial para generar valor global”, dice el Santander, en unos meses será la realidad virtual y aumentada, tranquilos al respecto), tenemos pendiente una gestión de los datos más unificada, estandarizada e interoperable. O la liberalización del acceso a la conectividad de última generación en entornos privados. Sin ellas, como explicó Rubén Ramírez, CEO de Dira Reliability hace poco, el suflé de la IA se cae sin remisión.

En definitiva, estrategia para el momento de transición de los mercados financieros al que estamos irremediablemente abocados. Empresas capaces de diseñar su proceso de innovación con la mente puesta en las necesidades de aquellos que van a tener que financiarlo. Este 2024, los listos de IT y OT se van a tener que poner a las órdenes de dos grandes protagonistas: el chief reilience officer (sí, aún tienes que nombrarlo) y a ese pepito grillo, tan necesario, tan arrinconado, nuestro querido chief financial officer.

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