El principal motivo por el que puede funcionar el ‘Iwo Jima de la microelectrónica’ en España

Más allá de la credibilidad que merecen los principales actores de la microelectrónica, un sector con enormes vínculos con la universidad y los centros de conocimiento, una voluntad de colaborar excepcional, que piensa a lo grande y tiene un margen de crecimiento indudable, incluyendo la buena predisposición de la Administración que cuenta con fondos de la UE para hacerlo, hay un último factor favorable definitivo, a juicio del autor, que puede ser determinante en el éxito de esta iniciativa
Eugenio Mallol
24 de septiembre de 2023 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
El principal motivo por el que puede funcionar el ‘Iwo Jima de la microelectrónica’ en España
Pedro Martín (Perte CHIP), Francisco Alcalá (TST Sistemas), Ezequiel Navarro (Premo e IRV Innova) y Mayte Bacete (MaxLinear y Valencia Silicon Cluster), en la mesa que compartieron en el Collaborate Reset the Economy de Málaga.

Puede funcionar. La energía de colaboración e impulso de una estrategia potente de país que se percibe en el sector de la microelectrónica es probablemente la fuerza transformadora del tejido productivo más real de cuantas están sobre el tapete ahora mismo en España. Desde luego, la más creíble entre las que se han venido suscitando en torno a los miles de millones de euros de los Perte. Por supuesto muy por delante de los temas de sostenibilidad y descarbonización (¡si la mayoría de empresas ni siquiera tienen un contador propio del gas natural, usan los datos que les dan las distribuidoras!). Habrá que estar atentos, apoyarla y creer en ella. Es uno de los pocos agarraderos que nos quedan para no perder el tren tecnológico.

En nuestro país hay dos opciones ahora mismo. Una es comprar el discurso de la vicepresidenta económica en funciones Nadia Calviño sobre la España de las Maravillas y encontrar acomodo en el statu quo que se ha configurado para mojar en la salsa común de los fondos europeos, porque hacerlo se ha convertido en un fin en sí mismo, con independencia de si nuestra economía sale o no fortalecida del proceso. Aprovechar el aluvión de dinero a corto plazo, con mentalidad de cascada, a capazos, en forma de grandes proyectos. Esa es la posición de nuestras principales compañías y de los equipos de dirección de la mayoría de corporaciones internacionales.

La otra opción consiste en adherirse al discurso del sector de la microelectrónica, el de que es posible, si se suman fuerzas, dotarse a medio y largo plazo de masa crítica suficiente para liderar tecnológicamente en alguno de los grandes vectores emergentes. El mindset es completamente distinto. Se trata de sembrar y de buscar la complicidad del tejido de pymes, que puede plantearse de verdad desarrollar sus propios dispositivos y chips gracias a la democratización de la tecnología. El principal inconveniente de esta estrategia es que sólo depende de nosotros conseguirlo, de la alianza entre la Administración, la universidad y la empresa. Y no solemos ser buenos compañeros de nosotros mismos. El dinero de los Perte debe ir destinado a vencerlo.

En el Collaborate de Málaga hemos asistido a un potente ejercicio de izado de la bandera por parte de este segundo grupo, que representa verdaderamente el único futuro de nuestro país por el que vale la pena apostar. Hemos vivido un auténtico Iwo Jima tecnológico en esta tierra que parecía baldía y perdida para la competencia global.

El discurso de la microelectrónica española está lleno de apelaciones a la excelencia: no perder recursos en instalaciones duplicadas por territorios y por empresas, conectar con el talento mundial con una propuesta atractiva, implicación de la universidad, estrategias de generación de demanda entre el tejido productivo, apuesta por las posibilidades que ofrece la tecnología de vanguardia en ámbitos como la fotónica, el hardware de código abierto RISC-V, robótica, lidar, vehículos autónomos, gestión del calor, electrificación, baterías, nuevos materiales, software embebido los nuevos estándares de internet de las cosas, el Wi-Fi 7 y el 6G… Hasta Mario Nemirovsky, CTO de IRV Innova, lleva entre manos convencer a Mateo Valero, del Barcelona Supercomputing Center, para probar un nuevo diseño de chip para la automoción, según le contaba a Paula Carsí, CIO de fabricación avanzada de Ford Europa.

Un sector que habla de las grandes cosas y está dispuesto a colaborar para hacerlas realidad. Era justamente lo que estábamos esperando en España. Y se puede producir el milagro. Basta que la Administración ejerza e impulse, que se deje trabajar a gente con ganas de hacer cosas como Jaime Martorell y Pedro Martín, comisionado y director de operaciones del Perte CHIP, y que aparezcan figuras universitarias que comprendan la dimensión del desafío.

La sensación entre los actores del sector tecnológico español no es buena. Desde la pandemia se están reconfigurando los equilibrios de poder dentro de las grandes corporaciones globales y España no deja de perder protagonismo en la toma de decisiones de la mayoría de ellas. Hasta Alemania sufre el declive, no es el actor de voz refulgente que era hace un par de décadas, se está viendo afectado por el continuo declinar de Europa en favor de Asia.

Pero a pesar de todo, la alianza de la microelectrónica puede funcionar. Hay mimbres, hay capacidad, hay entusiasmo, hay esfuerzo y sobre todo ello existe un factor clave determinante para el éxito, el verdadero motivo de entusiasmo que me hace pensar, hoy en día, que es posible conseguirlo: no está el Ibex 35.

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