El gráfico que lo dice todo, ‘UK, please come back!’
La inversión en construcción de instalaciones industriales en Estados Unidos se sitúa en máximos, duplica las cifras de 2022 y triplica las de 2019, mientras la confusión se adueña de una Europa incapaz de tomar decisiones estratégicas con liderazgo, en la que España ni está, ni se la espera
El gráfico del US Census Bureau parece más propio de un Estado en vías de desarrollo, pero no, se trata de los mismísimos Estados Unidos de América, ese país que, a tenor de las noticias en España, es un triturador desalmado de colectivos desfavorecidos, pero al que todo el talento global quiere ir a trabajar y que multiplica por tres nuestro PIB per capita. Las empresas invirtieron un récord de 19.700 millones de dólares en junio en la construcción de instalaciones industriales, un 18,6% más que los niveles ya crecientes de junio de 2023, casi el doble que en junio de 2022 y el triple que en junio de 2019.
Y ojo, se trata sólo de los costes reales de construcción de las instalaciones, no de los costes de los equipos de fabricación y de la instalación, que disparan considerablemente esos niveles de inversión. Las cantidades totales invertidas en plantas de fabricación en EEUU son, incluidos los equipos y la instalación, mucho mayores. En pleno debate sobre qué debemos hacer para reindustrializar Europa, esto es demoledor.
Converso en la sede de Grifols en Sant Cugat del Vallés, donde participo con un reporte sobre los desafíos en inteligencia artificial y salud en representación de Atlas Tecnológico, con una directiva italiana de una multinacional alemana que lleva 12 años haciendo pasillos en Bruselas. La situación actual es de absoluto desconcierto en el entorno de la Comisión Europea. Falta liderazgo y, significativamente, se ausentan voces relevantes, como las de Italia y, muy en particular, España, que ni está ni se la espera en los grandes debates.
Demasiado preocupados por los insustanciales, ridículos, hasta diría que patéticos de solemnidad, asuntos domésticos, creciente y absurdamente polarizados, nadie presta atención a esa diplomacia estratégica de la que tantas cosas importantes dependen. Fondos, fondos, fondos, de eso parece ir todo, y no es verdad. ¿A qué destinamos los chips Hopper de NVIDA que conseguimos arañar en la competencia global? ¿A crear IA que hable en gallego, con todo el respeto por esa hermosa lengua? Natural que el malestar se extienda por cada vez más capas del tejido productivo.
Alemania noqueada, Francia tratando de salvar los muebles, Irlanda voluntariosa, pero demasiado pequeña, el Este en pánico por el oso ruso… se echa de menos a esos británicos que solían tener la habilidad de poner a todo el mundo a trabajar y a tejer acuerdos. ¡Aunque sólo fuera para unirse todos contra ellos! Imposible revertir el Brexit a corto plazo, me dice la lobista, ningún político en Londres está dispuesto a dar la cara con esa idea ante la opinión pública. Pero Reino Unido cada vez actúa más bajo el radar, se está mojando, no le interesa que todo se vaya al garete. Please, come back!