El cereal español encadena una de sus mejores campañas tras dos años de sequía y se prepara para un 2025 de abundancia

Tras dos campañas marcadas por la sequía, el cereal español afronta 2025 con la mirada clavada en una cosecha de unos 25 millones de toneladas, un impulso cercano al 15 % que devuelve al sector al nivel de los grandes años y, por consiguiente, el optimismo a la cadena de valor. El Consejo Sectorial de Cereales de Cooperativas Agro‑alimentarias de España subraya que trigo ( 8,2 millones de toneladas) y cebada (10,1 millones de toneladas) serán los motores que capitaneen esta recuperación, favorecidos por un calendario de lluvias regulares y temperaturas suaves que han dejado los campos en condiciones óptimas para su crecimiento. Unos escalones por detrás los siguen el maíz ( 3,6 millones), la avena (1,3 millones), el trigo duro (732.800), el centeno (314.000) y el triticale (906.415).

La mejora no solo se refleja en la cantidad recogida. Los rendimientos por hectárea han subido en la mayoría de las zonas cerealistas, señal de suelos bien hidratados y de que la agricultura española recupera la estabilidad perdida durante los últimos años de estrés hídrico.

La campaña ha estado apoyada por un calendario meteorológico poco habitual en los últimos años. La siembra se vio favorecida por la recuperación de la pluviometría en otoño, que permitió sembrar a tiempo y en condiciones óptimas tras dos otoños secos. Durante los meses centrales del ciclo vegetativo hubo precipitaciones regulares que sostuvieron el desarrollo del cultivo y recargaron acuíferos. Abril resultó especialmente húmedo, lo cual recargó aún más la humedad del suelo, y aunque mayo introdujo episodios de calor intenso que han recortado el potencial en puntos de Andalucía, Aragón y el centro‑este de Castilla‑La Mancha, el balance general sigue siendo muy positivo.

“La estimación que manejamos es que vamos a superar los 25 millones de toneladas y es la segunda campaña más productiva desde que tenemos datos”, corrobora Armando Caballero, presidente del Consejo, quien admite que el exceso de humedad ha restado algo de producción en las zonas mencionadas. La máxima responde en gran parte a la conjunción de lluvias oportunas y temperaturas contenidas , factores que han asegurado el llenado de grano.

El vuelco de disponibilidad tiene efectos colaterales que la industria percibe de inmediato. La planificación de aprovisionamientos gana certidumbre, las fábricas de harina, malta, piensos compuestos o almidones pueden negociar contratos a plazo con mayor tranquilidad. Asimismo, las cooperativas organizan la logística de cosecha con más margen, lo que crea un entorno propicio para acelerar inversiones en sensores de campo, plataformas de gestión de datos y herramientas de trazabilidad que conecten la parcela con el silos y, de ahí, con los centros de procesado.

En un contexto de volatilidad geopolítica y creciente escrutinio sobre la sostenibilidad, la cosecha de 2025 actúa como catalizador para que la agroindustria española fortalezca la resiliencia de sus cadenas de suministro. La posibilidad de contar con 45 mil millones de kilogramos de biomasa obliga a optimizar cada enlace, desde la predicción del momento óptimo de cosecha hasta la logística multimodal y el diseño de envases adaptados a flujos más abundantes. La ventana que abre el campo es, en definitiva, una invitación a integrar datos, inteligencia artificial (IA) y automatización en la toma de decisiones diaria, un gesto de aprovechamiento de la inercia de un año en el que la naturaleza vuelve a jugar a favor.