
Defensa consigue lo no pudo la industria: Europa disparará la inversión en ferrocarril hasta 2034 para facilitar la movilidad militar

La Comunidad de Empresas Ferroviarias e Infraestructuras Europeas (CER) ha celebrado que la Comisión Europea reconozca el papel esencial del ferrocarril en la estrategia de defensa y preparación de la UE, según recoge el Libro Blanco para la Preparación de la Defensa Europea 2030. El documento propone una mejor coordinación del gasto y las estrategias nacionales de defensa, apoyada por un nuevo marco regulador (Security and Action for Europe, SAFE) que destinará 150.000 millones de euros a prioridades comunes y urgentes como la movilidad militar. La red ferroviaria se sitúa como pieza clave en la creación de corredores terrestres, puertos y aeropuertos que permitan el transporte rápido y seguro de tropas y equipos a lo largo de la UE y países socios.
En un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y tras la invasión de Ucrania, Europa se enfrenta a un desafío urgente: reforzar su capacidad para desplegar rápidamente tropas y material militar a lo largo y ancho del continente. El ferrocarril, tras décadas eclipsado por el transporte aéreo y por carretera, está recuperando protagonismo como elemento clave de la movilidad militar y civil.
El proyecto Rail Baltica es el ejemplo más reciente de esta tendencia. La construcción de la nueva línea de 870 kilómetros que atraviesa Lituania, Letonia y Estonia avanza tras años de retrasos. Su objetivo inicial era conectar mejor a las ciudades bálticas con el mercado único europeo, pero el contexto de la guerra Ucrania ha puesto de relieve otra utilidad: servir como corredor para el transporte rápido de tropas y equipamiento pesado de la OTAN.
Lo que es evidente es que el ferrocarril ofrece ventajas insustituibles para el transporte de equipos pesados y convoyes militares. Vehículos como los Leopard 2 o Abrams, con un peso superior a 70 toneladas, son inviables para el transporte por carretera debido a las limitaciones de carga de los puentes (40 toneladas en la mayoría de países). En cambio, la red ferroviaria, con la capacidad adecuada, puede mover estos activos de forma rápida y segura.
El CER destaca la importancia de invertir en infraestructuras ferroviarias y material rodante especializado para garantizar redes robustas, interoperables y de doble uso civil-militar. La simplificación de procedimientos y el acceso prioritario de las fuerzas armadas a instalaciones y redes de transporte son medidas urgentes para reforzar la resiliencia logística europea. “El ferrocarril es la columna vertebral de la logística de defensa y, al mismo tiempo, un motor de competitividad económica en tiempos de paz”, subrayó el director ejecutivo de CER, Alberto Mazzola, quien reafirmó el compromiso del sector ferroviario para apoyar los objetivos estratégicos de la UE.
Sin embargo, solo el 20% de los corredores de la red transeuropea de transporte (TEN‑T) están equipados con el sistema europeo de control de trenes (ERTMS), imprescindible para garantizar interoperabilidad y seguridad en los movimientos transfronterizos. Además, la velocidad media de muchas líneas sigue siendo baja: ocho Estados miembros apenas alcanzan los 80 km/h, muy lejos del objetivo de 160 km/h fijado por Bruselas, según .‘The State of the EU’s Rail Infrastructure’ de Transport & Environment.
El mismo informe señala apunta a una inversión desequilibrada hasta la fecha. De los fondos CEF destinados a ferrocarril entre 2021 y 2023, solo 700 millones de euros (menos del 6 %) se dedicaron a la implantación de ERTMS, frente a los 2,8 mil millones de euros para aumentar velocidades y los 3,1 mil millones para electrificación. Esta distribución subraya que el despliegue de ERTMS está muy por detrás de otras mejoras a pesar de ser fundamental para la interoperabilidad, seguridad y movilidad transfronteriza.
El documento plantea una estrategia clara para mejorar la red ferroviaria: priorizar las modernizaciones de vías existentes frente a megaconstrucciones, destinar recursos suficientes al despliegue del ERTMS y al aumento de velocidades, y promover la electrificación selectiva de líneas de alta demanda. También, se aboga por esa integración de criterios de doble uso civil-militar en las inversiones y una mayor cofinanciación europea (mínimo 60 %) para acelerar el proceso.
Inversión vs exceso regulatorio
Todos estos déficits son un obstáculo tanto para la competitividad civil como para la capacidad de respuesta militar. Para revertir años de infrafinanciación, la UE ha anunciado un ambicioso paquete de inversiones. Por un lado, la duplicación del presupuesto para transporte 2028‑2034: 51.500 millones de euros en el marco del próximo Connecting Europe Facility (CEF), de los cuales 17.650 millones serán específicos para movilidad militar, casi diez veces más que en el ciclo actual. Este impulso se enmarca en la estrategia “ReArm Europe” (Readiness 2030), lanzada en marzo de 2025, que prevé movilizar hasta €800.000 millones para reforzar la preparación civil y militar europea. La apuesta forma parte de la estrategia europea para fortalecer la resiliencia de su red de transporte frente a un entorno de seguridad cada vez más incierto.
España, como miembro de la OTAN y la UE, no es ajena a esta tendencia. Aunque la Península está mejor conectada en términos de alta velocidad que muchos socios europeos, persisten importantes retos para convertir el ferrocarril en un verdadero vector logístico militar.
El sector ferroviario español denuncia que los excesos regulatorios desde Bruselas dificultan el desarrollo de corredores multimodales capaces de servir a la movilidad militar. Además, la coexistencia del ancho ibérico y el estándar europeo sigue siendo una barrera técnica para movimientos transfronterizos ágiles.
La conexión puerto-ferrocarril también sigue siendo deficiente. Los puertos, auténticos nodos logísticos, ya son reconocidos como infraestructuras críticas de doble uso civil y militar. Pero la red ferroviaria también debe asumir este papel estratégico. La intermodalidad marítimo-ferroviaria es clave para garantizar la proyección rápida de tropas y material desde el territorio nacional hacia zonas de operaciones exteriores o regiones en crisis.
Sin embargo, este reto no es sólo técnico. También exige una transformación cultural: integrar plenamente las necesidades de defensa en la planificación civil sin caer en la militarización de los espacios. La colaboración entre autoridades portuarias, operadores logísticos, fuerzas de seguridad y Fuerzas Armadas debe ser constante y estructurada.
La Asociación de Empresas Ferroviarias Privadas (AEFP) ha reclamado una simplificación urgente de los procedimientos y una mayor coordinación entre organismos nacionales y europeos. “Necesitamos un marco regulatorio ágil y estable para poder invertir y crecer”, señalan desde el sector. También preocupa la falta de visión estratégica para integrar al ferrocarril como pieza clave de la logística intermodal, especialmente en un momento en que la movilidad militar gana protagonismo en las políticas comunitarias. El teniente general Juan Montenegro Álvarez de Tejera defendió recientemente que la necesidad de que unas infraestructuras de uso militar que redunden en la resiliencia del sistema al completo se plasma «en documentos grandilocuentes en Bruselas, que luego los Tribunales de Cuentas echan atrás porque los planes no se ajustan a derecho o no están bien financiados”.
En definitiva, los principales retos a los que se enfrenta la movilidad militar europea y española son completar el despliegue de ERTMS para garantizar la interoperabilidad, superar la maraña administrativa actual (con preavisos de hasta 45 días para movimientos militares transfonterizos), aumentar la capacidad de las líneas a estándares mínimos de 160 km/h para carga militar pesada, y reforzar la red interior española para integrar puertos y bases militares con la red europea.
El resurgir del ferrocarril como pieza estratégica refleja una Europa que se prepara para un entorno más volátil, pero también proyecta una imagen de fortaleza y preparación ante los adversarios y la opinión pública para reforzar el compromiso europeo con la seguridad colectiva.
La movilidad militar y la resiliencia logística se erigen como la base para garantizar tanto la defensa como la prosperidad. España y el resto de la UE tienen la oportunidad, y la responsabilidad, de adaptar sus redes ferroviarias a esta nueva realidad, donde la velocidad, la interoperabilidad y la capacidad de respuesta serán tan determinantes como los propios recursos militares.