Claves para el reset (II): fin del libre mercado y bloques permeables

La competencia por la hegemonía global entre EEUU y China está incrementando el papel del Estado en la economía y obligará a Europa a dotarse de sistemas de decisión cada vez más unificados
E. M./Equipo Atlas
16 de agosto de 2023 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Claves para el reset (II): fin del libre mercado y bloques permeables
YURII KHOMISKYI/UNSPLASH

partir de las conversaciones mantenidas con Javier García, miembro del comité de tecnologías emergentes del Foro de Davos y presidente de la Unión Química Internacional, y el teniente general en la reserva Francisco José Gan, recomponemos la situación geoestratégica, según lo acontecido en el último año.

En el Foro de Davos y en todos los grandes foros internacionales, las grandes empresas tecnológicas, que eran las que creaban empleo, riqueza, oportunidades y hacían grandes promesas, ahora están scaling down, está habiendo un reposicionamiento de estas compañías. Se ha proyecta una visión negativa en lo referente a la tecnología.

La segunda gran idea es que estamos asistiendo al del fin del libre mercado tal y como lo conocíamos. Estados Unidos y Europa están lanzando paquetes masivos de ayudas a sus grandes empresas y a sus sectores industriales, lo que acaba con ese mantra de que el Estado no tenía que entrar decisivamente en la economía. El rescate fue denunciado como un fracaso del capitalismo, pero se dijo que había sido una medida puntual y para el sector financiero. Ahora vemos que es la normalidad.

China juega con las cartas marcadas y vivimos en una economía de guerra. Rusia se ha convertido en otro paria, como Irán o Corea del Norte, países que no tienen el mismo tipo de visibilidad que el resto. No se utilizan los grandes foros para encontrar una salida a la invasión de Ucrania, sino para decidir el envío de más armamento. La percepción es que esta situación va a durar, los problemas se están enquistando y están interconectados, confluyen en una policrisis. La globalización da paso al multilateralismo y esto afectará a muchas familias y a las pymes.

Otro de los grandes es el fracaso de las democracias, la polarización, el fanatismo. Las cifras de paro no son muy altas, pero hay empleos muy precarizados y en EEUU cada vez aumenta más el número de pobres.

Hay dos tipos de actitud entre las empresas. La mayoría se ponen a la defensiva, quizás reduciendo personal y gastos, concentrándose en menos mercados, exponiéndose menos, gastando menos en I+D, con una aproximación muy conservadora que va a salir perdiendo, pero no mucho. Y luego están las empresas que están aprovechando la situación y ven todo esto como una oportunidad. Esas son las que van a redefinir este tiempo, las que ven cómo pueden aprovechar para acercarse a otros mercados y nichos donde habrá menos competencia porque hay más miedo.

Muchas empresas están yendo donde está la subvención, ya sea hidrógeno, litio, coche eléctrico, y ahí habrá muchas pescando. La clave está en esas empresas offensive que abren lugares nuevos no donde está la subvención y lo seguro. Ahora es el momento para los valientes, ocupar los huecos donde hay mercados peor atendidos. Es la gran oportunidad para las empresas que quieran pescar en océanos azules

Geopolítica

En esta primera mitad del siglo XXI estamos asistiendo a un reequilibrio, una especie de redefinición de esferas de interés, zonas de actuación, socios, aliados, en una fase de competición estratégica entre grandes potencias. Y desde que los hidrocarburos se convirtieron en un elemento potenciador de la soberanía, la energía ha ido indisociablemente ligada a la capacidad de proyección del poder, tanto económico como en aspectos de seguridad y defensa.

A raíz de los cuellos de botella y roturas de stocks provocados por la pandemia, la que los países se han dado cuenta de que la globalización tenía unos límites y la deslocalización había supuesto unas vulnerabilidades que en determinados sectores no eran admisibles, porque el concepto de seguridad nacional y soberanía quedaban seriamente perjudicados. Por ello, una de las tendencias es la relocalización de algunos elementos que se consideraban estratégicos

No obstante, hay elementos de la globalización que ya no se van a poder desmontar. De hecho, en el conflicto abierto en el terreno económico entre China y Estados Unidos, aunque se está intentando limitar el acceso a tecnologías de última generación para frenar al gigante asiático, nunca se conseguirá detener. Lo que se dirime ahora es cuál de los dos países se va a posicionar en mejores condiciones para iniciar la segunda mitad del siglo XXI como potencia hegemónica.

Esa dinámica está generando una esfera de proximidad y de intereses compartidos, una alineación por grandes bloques, pero no todos los propósitos de los participantes se podrán gestionar de manera aislado, en algunos casos tendrá que ser compartida. Por eso habrá que ver hasta qué punto se llega en la competición o el enfrentamiento entre potencias.

El nivel de presión de EEUU hacia China será, en cualquier caso, creciente, y en algunos aspectos vamos a volver a entornos proteccionistas. No en todos casos es posible, dada la posición en obleas de silicio, células fotovoltaicas o aerogeneración. Lo recomendable es que lo que se produzca en China sea para el mercado China y el de los países del llamado Sur Global. El que quiera invertir debe saber que, si lo hace con intención de salir a terceros países que puedan no estar en el bloque chino, puede salir perjudicado.

El concepto de seguridad europeo como tal no existe, y lo más parecido es el pilar atlántico de la OTAN, en el que los países comparten una misma estructura de mando y control, reaccionar. Pero no pueden actuar de la misma manera porque no tienen los mismos sistemas tecnológicos, algunos son compatibles y otros no. En Ucrania, Europa está mandar hasta 10 sistemas distintos de plataformas terrestres y sistemas de defensa antiaérea.

Incluso en 5G y 6G Europa puede acabar en una especie de vasallaje tecnológico si no es capaces de presentar una postura unificada. El concepto de Estado Nación sigue estando por encima del de Unión Europea. La única forma de conseguir que haya una convergencia real en el mundo tecnológico es imponiéndola y para eso se necesita una dirección política unificada.

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