Arranca el Collaborate Pamplona con la llamada de María Iraburu a crear «ciencia de calidad para el desarrollo sostenible»

La rectora de la Universidad de Navarra, María Iraburu, ha abierto el Collaborate Pamplona 2023 “Industria, un ecosistema sostenible” que organiza Atlas Tecnológico, como corresponde, con una pregunta que se paladeará el resto del evento: “¿Es la sostenibilidad una moda pasajera, una agenda oculta? Incluso podríamos preguntarnos de qué hablamos cuando hablamos de sostenibilidad”, ha dicho.

Según Iraburu, es natural sentirse “cansados” ante la abundancia de “mensajes catastrofistas y contradictorios, y de que se ponga sobre nosotros el peso de la naturaleza futura”. Muchas veces se contribuye a crear un clima de sospecha generalizada, como demuestra la normativa europea para evitar el greenwashing, como reacción al hecho de que “la mitad de los productos no son eco, ni bio, ni sostenibles”. Pero, no valen las excusas, “no podemos inhibirnos, la sostenibilidad nos implica a todos”.

Coincide con el Informe Brundtland, elaborado en 1987 para la ONU, en que el desarrollo sostenible es aquel que “garantiza las necesidades del presente sin comprometer las del futuro”. Esa definición pone de relieve su dimensión “más lógica, que es la del tiempo: sostenible es lo que se mantiene por encima de los avatares de la historia”.

No obstante, ¿es nuestro estilo de vida, con los niveles de consumo y de impacto actuales, sostenible? “La respuesta es negativa”, ha sostenido la rectora de la Universidad de Navarra en el Collaborate de Atlas Tecnológico, y ha hecho una llamada a promover “una mirada solidaria sobre las generaciones futuras y sobre las personas de todos los ámbitos”.

A partir de las tres dimensiones de desarrollo sostenible: entorno, personas y economía, iniciativas como el Programa One Health ponen de manifiesto, en su opinión, que “todo está conectado”, de modo que “no tiene por qué ser una cosa a costa de la otra, si queremos podemos hacerlo”.

En ese sentido, otra de las perspectivas implícitas en el concepto de sotenibilidad es “que hay esperanza, solución”, por lo que Iraburu defiende un “optimismo basado en la capacidad humana de resolver los problemas. Cualquier pensada interesada en el bien común debe estar interesada en el mundo sostenible”.

Una de las claves es potenciar la capacidad de la ciencia para aportar “fiabilidad y confianza”. “Como toda actividad humana puede ser manipulable”, es compleja, “y los ciudadanos están desconcertados”. En su opinión, por consiguiente, “no sirve cualquier ciencia para el desarrollo sostenible, tiene que ser buena ciencia: de calidad, fiable, realizada con criterios de excelencia, ciencia libre, abierta a las contribuciones de otro, no vale el especialista que no mira más allá de lo suyo, abierta al diálogo, realista y bien comunicada, que hable con la sociedad de su nivel de certeza”.

Para satisfacer esta necesidad, según Iraburu, “las universidades tenemos una oportunidad de ser generadoras de confianza, tenemos la misión de mejorar a las personas y la sociedad, de ser proporcionadores de buena ciencia”. Eso implica que esté “en conexión con la realidad de las empresas”, algo que más allá de la relación de los departamentos de I+D+i y los laboratorios: hay que “generar conocimiento sobre cómo hacer organizaciones más humanas y sostenibles a partir del propósito corporativo”.

“Se necesita entendimiento mutuo entre universidad y empresas, estamos llamadas a entendernos, pero hay que descender a saber los intereses, a conocer los tiempos de unos y otros”, ha insistido la rectora de la Universidad de Navarra, que ha aprovechado para poner a disposición de las empresas su capacidad de investigación.

Eliminar los hidrocarburos de una economía que está basada en ellos es un problema que exige una respuesta estratégica y coordinada. “Quién empieza. Hace falta implicar a todos los actores. Un cambio de modelo es un trabajo conjunto, compartido, y todos estamos implicados”, ha asegurado.

En pandemia se vio que no basta con la actividad de la ciencia y las empresas, “tan importante como eso es comunicar bien la situación, que no se convierta en una cuestión ideológica”. En ese sentido, según ha dicho María Iraburu en el Collaborate de Atlas Tecnológico, “las humanidades están llamadas a un nuevo protagonismo. Qué es el bien común, cuál es el papel de los ciudadanos en la toma de decisiones. En la universidad puedes sentar en una mesa a ingeniero, comunicador, científica, filósofo, a hablar de un tema, no hay muchos lugares donde se pueda hacer eso”.

En última instancia, será necesario el “talento para el desarrollo sostenible”. La rectora de la UNAV defiende el “aprendizaje futuro, temas como el ChatGPT son instrumentales y técnicas que vienen y van, pero hay una cuestión de aprendizaje profundo que va más allá. Ser ingeniero y médica va más allá de saber de ingeniería y medicina. Se trata de disponer de una formación holística e integral, que tenga muy en cuenta la visión humanística de la vida. Solo personas con visión amplia pueden entender los problemas”.

Esa formación que “fomente una visión solidaria y compartida”, capaz de “motivar a los expertos”, también corresponde a la universidad, a la que describe como “una especie de atalaya que mira, por un lado, a las empresas, con las que tenemos una estrecha relación, que necesita unos perfiles, y también a los jóvenes que inundan nuestras aulas, y se pregunta qué piensan, qué empresas les motivan. Nuestra tarea mediadora entre empresas, juventud y talento”. Según Iraburu, “estamos invitados a ir a las raíces de nuestra identidad para desde ahí aportar lo que nos es propio para aportar a ese mundo sostenible y necesario”.