
Antes de quitarte de encima los ‘cadáveres de la IA’, averigua el modelo de negocio

Semana realmente intensa en cuanto a novedades tecnológicas. Una de las más movidas desde el estallido de la IA (inteligencia artificial) generativa. Microsoft lanzaba una oleada tras otra de hits a los desarrolladores en su evento Build 2025, y un Satya Nadella desatado conversaba indistintamente con Jensen Huang (NVIDIA), Sam Altman (OpenAI) y Elon Musk (en fin).
Se acentúa esa sensación de provisionalidad absoluta acerca de todo lo que nos rodea que explica, por ejemplo, la enorme cantidad de inversión inmovilizada (dry powder) a nivel mundial. ¿Dónde invertir carajo? Es natural que una de las grandes corrientes en el mercado sea acertar rápido con los ganadores y perdedores de esta carrera desenfrenada que va a dejar muchos cadáveres por el camino. Salvo el instinto natural de los depredadores de tendencias rápidas, quienes miran a largo plazo siguen agazapados. Y normalmente apostar por startups tecnológicas requiere visión a largo plazo.
De repente, Altman se sale del guion y anuncia la compra de la startup io por 6.500 millones de dólares. Su principal activo: Jony Ive, ex jefe de diseño de Apple. OpenAI consigue con esta operación, en tiempo récord, posicionarse como un actor relevante en toda la cadena de valor de la IA, desde el desarrollo de los modelos de IA, así como de los chips especializados y de los centros de datos que los ejecutan (el descomunal proyecto Stargate), hasta la creación de aplicaciones y, en especial, de agentes de IA y ahora, a través de la empresa de Jony Ive, también de dispositivos de hardware diseñados para IA.
El subidón ha llevado al fundador de io a burlarse de Apple en un vídeo en el que dice que los productos que usamos para conectar con la tecnología hoy en día tienen “décadas de antigüedad” y que sustituirlos resulta de sentido común. iPhone y MacBook palidecen, coincide Altman, ante el prototipo de hardware de IA desarrollado por io, «la tecnología más innovadora que el mundo haya visto jamás».
Anthropic no quería quedarse atrás y también estos días ha dejado boquiabierta a la comunidad de desarrolladores con Claude Opus 4, «el mejor modelo de codificación del mundo, con un rendimiento sostenido en tareas complejas y de larga duración, así como en flujos de trabajo de agentes», según dice. Qué locura de semana.
Tim O’Reilly, el que faltaba, sostiene que con la IA estamos cometiendo “el mismo error” que en las eras anteriores de la informática (maniframes, PC y teléfono móvil e internet), que consiste en “asumir desde el principio el resultado final de un monopolio consolidado”, aunque todavía no esté clara la adecuación producto-mercado para la IA. “Esta adecuación no se limita solo a conseguir muchos usuarios, sino también a encontrar modelos de negocio que cubran los costes de esos servicios y que generen valor para más allá de la plataforma centralizada”, dice.
El modelo de negocio triunfante se debe dilucidar en esa “fase inicial de la innovación distribuida” que nos resistimos a favorecer, añade, porque la tendencia natural en el mercado es localizar cuanto antes a los campeones del futuro. En efecto, la sensación general es que cada vez son más las empresas en el disparadero, condenadas a desaparecer.
Más novedades en esta semana de locos: me sumerjo en la realidad de la transformación tecnológica de la industria 4.0 en el AI with Purpose Summit que organiza Siemens en Múnich (Alemania). Los testimonios de directivos de compañías como Infineon, Mercedes Benz, BMW, Linde, Procter & Gamble, Henkel o Intrinsic ponen de manifiesto que la industria europea sigue teniendo el control de los datos que alimentan todo el proceso (el petróleo) y de los sistemas de integración y aplicación, lo que lleva a Peter Körte, chief technology and strategy officer de Siemens, a proclamar que Europa puede liderar la IA Industrial.
Hay mucho que recorrer aún para conseguirlo, no obstante. Se necesitará acceso a las refinerías de los datos, es decir, al hardware y, en especial, a las GPUs, y será preciso entenderse con esa nueva inteligencia que lo gobierna todo. Además, por supuesto, de capacidad para construir una respuesta unida… ¡en Europa! Nos confiesa Körte, en un encuentro con un reducido grupo de asistentes, que “no paramos de hablar de ello en Bruselas”.
Y Google dinamita el mercado con Veo 3, las redes sociales estallan con esa IA que crea vídeos hiperrealistas dotados de sonido. Siento alivio al pensar que Atlas Tecnológico publicó hace unas semanas la entrevista al fundador y CEO de SWEAR, Jason Crawforth, en la que dice que “estamos a dos o tres años de no poder creer en nada que veamos”. Probablemente falte bastante menos. Industrias enteras, incluidos los fabricantes de sistemas de grabación y producción audiovisual, y supuesto empresas de publicidad y creación de contenido, saltan por los aires. Al tiempo que emergen preguntas realmente fundamentales acerca de cómo vamos a conocer en el futuro la realidad.
Estamos en el evento Google I/O y los especialistas sucumben a la tonelada de novedades: “Google ha transformado a Gemini en una potencia de inteligencia artificial de pleno derecho y los anuncios son una locura”, dice Bishal Nandi en X. Gamma 2.0. crea sitios web completos, documentos y publicaciones para redes sociales. Basta con escribir tu idea y Gamma la hace realidad en segundos. Y más, y más….
Stop, stop, por favor.
Antes de precipitarse conviene tener claro cuál será el modelo de negocio de la IA del futuro y ahí, precisamente, la industria tiene mucho que decir. Ups, de pronto, estamos en el centro del escenario. Me gustó mucho escuchar en Múnich al director de transformación digital de Henkel, Nikolas Hoehme. La clave, en su opinión, serán los procesos, acertar con cuáles deben potenciarse con IA y en la forma de hacerlo.
De pronto, todas las piezas encajan en mi cabeza. Desde la perspectiva de usuarios, de conocedores de la industria, de habitantes de ese exclusivo universo ubicado entre el shopfloor y el topfloor, todo el estallido de novedades de esta semana, si lo pensamos bien, no resulta más que una sofisticada, colorida y bulliciosa ceremonia de seducción.