Alejandro Gómez (Zeleros Hyperloop): «La clave de la movilidad futura es ética: hasta dónde aceptamos estar en manos de la IA»

Alejandro Gómez, colaborador de Atlas Tecnológico, ha participado en el proceso de generación y aplicación de ideas en Acube, el centro de innovación de Airbus en Silicon Valley y recientemente en MTorres, un referente en diseño industrial de vanguardia para sectores como el aeroespacial o el ferroviario, ahora lleva toda esa experiencia a Zeleros Hyperloop, y explica su visión en esta charla con el analista de innovación Eugenio Mallol
21 de octubre de 2022 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Alejandro Gómez (Zeleros Hyperloop): «La clave de la movilidad futura es ética: hasta dónde aceptamos estar en manos de la IA»
Eugenio Mallol y Alejandro Gómez, en la sede de Lanzadera en la Marina de Valencia.

Eugenio Mallol.-En plena efervescencia del ámbito de la movilidad, dime cuál es para ti la clave. El fenómeno de las entregas con drones se nos aparece como el primer gran hito digital de la década: cientos de miles de operaciones se han llevado a cabo ya sin intervención humana alguna. La impresión invita a pensar en la inteligencia, en la capacidad de orquestación.

Alejandro Gómez.-No sé cuánto te va a chocar mi respuesta. La clave estará en la forma en la que regulemos la ética de la inteligencia artificial. Porque la tecnología de las baterías va a llegar, el hidrógeno y la autonomía, también, hay muchos tecnólogos que las van a diseñar y patentar. Ahora mismo hay coches que leen las señales, frenan solos, si voy hacia el arcén me corrigen, incluso si te quedas dormido toman el control. En el ecosistema de los eVTOL (electric vertical take-off and landing) sucede lo mismo, y podemos extrapolarlo también al modelo de negocio de Uber y Cabify. El problema es que el ser humano de esta generación no está preparado todavía para confiar y colaborar con los robots, las máquinas y la inteligencia artificial. Les asusta. Y ahora mismo, en proporción, hay más gente trabajando en la ética y en las legislaciones morales acerca de cómo tiene que comportarse ese robot y cómo va a interactuar con nosotros que gente desarrollando. Estamos esperando todavía a la generación que esté dispuesta a colaborar con esas tecnologías.

Eugenio Mallol.-Hablas de un factor limitante: nuestra capacidad para aceptar poner la vida en manos de las máquinas.

Alejandro Gómez.-Como cliente, me encanta volar, veo fascinantes los eVTOL, porque la movilidad se basará en plataformas reducidas. Pero analicemos lo que sucede con los coches: el negocio es que yo cojo el móvil, llamo a un aerotaxi y me transporta, y todo lo que hay detrás de seguridad, de que nadie me hackee o me derribe, o de que me choque contra un semáforo o un peatón, todo eso es inteligencia artificial. Lo vas a dotar de una tecnología tan potente que el ser humano no está preparado para dejarlo todo en manos de esas máquinas y de la gente que las ‘controla’. Esa colaboración, donde la persona aprende a compartir tareas, a delegar y confiar en esa plataforma inteligente, vehículo o robot, es un paso previo e intermedio, por esa razón y en este punto volvemos a la ética y la moral con sus “miedos”, a lo que como seres humanos estamos dispuestos.

Eugenio Mallol.-Eso marcará hasta dónde vamos a llegar.

Alejandro Gómez.-Las tecnologías avanzarán, pero si se harán realidad o no dependerá de eso. Nuestros hijos seguramente no vean o aprecien esa dificultad, porque ya en casa tenemos dispositivos con los que hablan con asistentes virtuales y electrodomésticos, interactúan con inteligencias artificiales. Pero reflexionemos que hace solo unos años atrás, entre 2011-2014, con la aparición de estos dispositivos, te trataban de “loco” si te veían en tu casa hablando con uno de ellos, sin mencionar el miedo a la perdida de tu privacidad.

Eugenio Mallol.-No es sólo un factor que condicione, como si yo tuviera cinco opciones de colaboración con la máquina y elijo la 3. Es que, si no pasa esa barrera, la industria no va a avanzar.

Alejandro Gómez.- Hay que tener en cuenta, por desgracia, que los grandes avances tecnológicos han venido asociados a grandes problemas sociales o conflictos bélicos. El ciclo ha sido siempre periodo de crisis, conflicto bélico, recesión y ya después la revolución industrial, tecnológica y económica. En esas circunstancias, la tecnología la vas a probar en un ambiente bélico, hostil, donde la seguridad y la “moral” no es prioridad uno o no hay tantas garantías. Por el contrario, cuando trasladas esa tecnología al día a día en la normalidad, la seguridad pasa a ser la máxima prioridad. Ahí entra la ética, la moral, los principios y valores culturales junto a la capacidad del ser humano para delegar. Esos condicionantes se convierten en las grandes barreras porque son las más complejas de superar, aunque técnicamente no sean un problema.  

«Cuando vas a un futuro inversor, si no eres capaz de transmitirle el lenguaje del negocio y le hablas de nanopartículas por ejemplo…, ¡te aguanta 10 minutos!»

Eugenio Mallol.-Lo que da sentido al hecho de que hayas desembarcado en Zeleros Hyperloop es tu conocimiento de la innovación tecnológica sectores tan diferentes, desde el aeronáutico al ferroviario y el diseño industrial, pero con el hilo conductor de la búsqueda de negocio.

Alejandro Gómez.-Exactamente, es darle sentido de modo que tengas un modelo de negocio que responda a todos los stakeholders, no sólo el cliente, sino también a la cadena de suministro y a los accionistas. Puedes tener una idea muy disruptiva, pero debe tener las funcionalidades mínimas: ¿cubre las expectativas del cliente? ¿Posees métricas de calidad? ¿Está dispuesto a pagar por ello? Muchas veces no le es rentable.

Eugenio Mallol.-Comentando el modelo de Hyperloop con una gran compañía ferroviaria, me decía que ellos estaban participando en la investigación y la construcción de la tecnología, pero no acababan de tener claro el modelo de negocio. Cabe poca gente en las cápsulas, hay poco margen de simultaneidad en los envíos… En general, esto sucede mucho.

Alejandro Gómez.-Sucede, sucede. Además, soy colaborador de la Universidad Politécnica de Valencia, Club ProCEO del área de Innovación, y veo muchas ideas ya con patente. Y con frecuencia hay un denominador común: TRL4 y TRL5 que están estancados y sus artífices los quieren modelar y escalar como negocio. Es otra de las razones por las que he empezado a venir más a Valencia, junto a Zeleros.

Eugenio Mallol.-Has desarrollado el criterio para saber cuándo vale la pena continuar con una idea. En España tenemos poco interés por las patentes, muchas están en los cajones…

Alejandro Gómez.-Porque falta modelar. Muchas veces, la patente la crea un tecnólogo brillante, disruptivo, pero que no sabe acomodarla dentro de un modelo de negocio y sacarle rentabilidad con un plan que indique el sector del mercado adecuado o en el momento preciso, y ahí es donde muere. Cuando vas a un futuro inversor, si no eres capaz de transmitirle el lenguaje del negocio y le hablas de nanopartículas por ejemplo…, ¡te aguanta 10 minutos! Después te preguntará por la inversión, por la rentabilidad, por el mercado potencial. En definitiva, por tu plan de negocio.

Eugenio Mallol.-Si es un banco, además te va a pedir la cuenta de resultados.

Alejandro Gómez.-Exacto, y al final la idea muere.

«A veces, se crea una idea, se empieza a desarrollar mucho, avanzamos en los TRL técnicos, pero olvidamos la parte del cliente, la de quién lo va a usar, hay que acompasar ambas cosas»

Eugenio Mallol.-Compárteme un poco de ese criterio, cuáles son tus claves. Cuando alguien llegaba con una idea de moto voladora a Acube, el centro de innovación de Airbus en Silicon Valley, cómo erais capaces de determinar si tendría traslación al negocio y valía la pena dedicarle tiempo a ello.

Alejandro Gómez.- Debes tener métricas. Hay que ver cómo está el mercado, qué necesidad tiene de esa “moto voladora” y si esa tecnología o esa idea responde a esa problemática u otra donde pueda encajar mejor desde un punto de viabilidad de negocio. A partir de ahí tienes que medir cuánto va a cubrir para analizar cuál es tu verdadero sector o cliente y que cuota o nicho de mercado vas a ocupar. Al final todo se reduce a números, a gráficos y planes de acciones. Tienes que identificar hacia dónde vas a ir, cuánto te va a costar y qué vas a tener de retorno.

Eugenio Mallol.-En muchas ocasiones, ni siquiera el cliente sabe que tiene esa necesidad.

Alejandro Gómez.-Entonces tienes que hacer el survey, el análisis de customer expectation y hablar con los que posiblemente van a usar o ser partícipes de la cadena de valor de esa tecnología en el futuro. A veces, se crea una idea, se empieza a desarrollar mucho, avanzamos en los TRL técnicos, pero olvidamos la parte del cliente, la de quién lo va a usar. Esas tienen que ser cosas en paralelo, muchas se quedan en el cajón porque se concentra todo en el tema técnico y no se ha visto la parte de mercado. Y a lo mejor el mercado está hablando con otros que tienen una idea similar, o que cubre esas expectativas, aunque la tuya sea mejor técnicamente. Ahí es donde la idea muere o se queda aparcada durante un tiempo.

Eugenio Mallol.-La velocidad es otra de las claves.

Alejandro Gómez.-El timing. No tienes que ir rápido tampoco, pero sí ágil y acompasado. Y son varias líneas a la vez. Cuando modelas un negocio, es verdad que todo el mundo habla sobre todo de la parte comercial. Interviene marketing e inteligencia de negocio, pero debes entender técnicamente. Por eso, los perfiles de desarrollo de negocio tenemos que ser a la vez técnicos o hablar esa lengua. Soy ingeniero aeronáutico y me ha ayudado mucho ese background académico para poder sentarme con los tecnólogos y discutir sobre esas cuestiones. Si no conoces, o no tienes una base mínima, no puedes modelar el negocio a su alrededor.

Eugenio Mallol.-Qué parte de tu cerebro es comercial y cuál es técnica.

Alejandro Gómez.-Uf, es una mezcla Recuerdo que en la academia de liderazgo de Airbus te analizan psicológicamente cómo piensas y cómo es tu personalidad con tus influencias culturales, y siempre me decían que tenía una mente anglosajona, no tan ingenieril. Hay un poco de desorden. Me encanta hablar de celdas de baterías, de iodos y cátodos, o de levitación; pero también hablar de estrategias de negociación, de cómo haces lobby, cómo consigues financiación, cómo mentorizas o evangelizas a la gente con tu tecnología para que los prescriptores empiecen a hablar tu idioma tecnológico.

«Hay un problema de movilidad mundial claro: las ciudades están concentradas. A nivel de autoridades lo saben, pero son apuestas en las que nadie quiere ser el primero en asumir el riesgo»

Eugenio Mallol.-Hablábamos de cubrir necesidades. Dime si, en el caso de Hyperloop, se trata de esas necesidades que existen ya o de esas que todavía no sabemos que tenemos.  

Alejandro Gómez.-Hyperloop sabe exactamente lo que necesita el cliente, pero volvemos al timing. Hay un asunto muy importante cuando hablamos de movilidad, que es la seguridad y la regulación. Hyperloop va acompañando ese ámbito regulatorio, al mismo tiempo que a esas autoridades que van a certificar que todo lo que tratamos es seguro de cara al usuario o cliente final. Esto lleva un proceso, un timing, e Hyperloop está acomodando su estrategia a ello.  

Eugenio Mallol.-Pero, en ese proceso de acompañamiento, a las autoridades se les tendrá que demostrar una necesidad.

Alejandro Gómez.-Hay un problema de movilidad mundial claro: las ciudades están concentradas. Se está intentando descentralizar, pero con uniones para que la gente pueda hacer el commute, como lo que podría ser un Madrid-Valencia, o un Seúl, un Sydney, un Melbourne, porque están superpoblados y el suelo es caro. En Seúl hay gente que todos los días coge el tren bala tres o cuatro horas, ida y vuelta. Y ese tren va bastante rápido, imagina hacerlo en un Hyperloop en una hora, sería fascinante. En Sydney y Melbourne pasa lo mismo: el tráfico es aglomerante, en Australia hay mucho suelo, pero son zonas despobladas, por lo que están intentando invertir allí y necesitan esas infraestructuras. A nivel de autoridades y entes de gobierno lo saben, pero son apuestas en las que nadie quiere ser el primero en asumir el riesgo inherente a la posibilidad que algo no suceda como se pensó inicialmente.

Eugenio Mallol.-Parece que Arabia Saudí y los Emiratos Árabes podrían dar ese primer pasa. Qué nos pasa en Europa, de un tiempo a esta tarde hemos perdido la iniciativa.

Alejandro Gómez.-Europa se ha dormido un poco en ese bienestar social que ha habido durante unos años, en el que valía todo. Y de repente se dieron cuenta de que China comenzaba a dominar el mundo y, como la geopolítica es muy importante, Estados Unidos despertó. Ahora está reaccionando Europa, pero quizás porque se han dado cuenta de que hay otros, como Dubai, que saben que tienen que invertir más allá del petróleo, en energías renovables y por destacarse a nivel mundial. No sé si serán los primeros, no son los únicos. Corea está empezando a despertar, Europa en general, Países Bajos está ahí, y los americanos han vuelto a la carga, Virgin se anima. Cada uno con sus tecnologías diferentes, que es algo que enriquece. La Comisión Europea está ayudando a que se converja para ver dónde se puede beneficiar, para que, si hay una tecnología que Zeleros no tiene tan desarrollada, pero sí otros, o a la inversa, colaboremos porque se está viendo esa necesidad de dar solución a este problema global.

Eugenio Mallol.-Está el tema de los estándares, para que cada plataforma no vaya por su lado.

Alejandro Gómez.-Correcto. Ahí hay grupos de trabajo. Como pasa en aviación, donde tenemos la EASA europea y la FAA americana, está el grupo europeo en el que Zeleros participa activamente y que está armonizando. Por eso, es muy importante que estemos en todas las líneas modelando nuestro negocio. Pero, al mismo tiempo, no dejamos de trabajar sabiendo que para que el público de a pie vea un Hyperloop hablamos de un 2030 en adelante.

Eugenio Mallol.-Tenéis la Visión 2050.

Alejandro Gómez.-Correcto. Personalmente creo que va a pasar lo mismo que con las eVTOL, las aeronaves de despegue vertical, los aerotaxis. Hace seis años se veían muy lejos y últimamente cada día se está acelerando, hay más vuelos de test, ya con personas. Aunque hablamos de Visión 2050, pienso que será antes.

«Innovar no es siempre crear algo de cero, sino mejorar lo que ya está, esa es una de las claves para conseguir el adelanto de Hyperloop a esa fecha posible de 2050»

Eugenio Mallol.-Dependerá de la valentía de los reguladores.

Alejandro Gómez.-Sí, porque hay tecnologías que son muy comunes, como las baterías o la propulsión, que no sólo están en Hyperloop, sino también en naval, en automóvil, en los eVTOL, en defensa. Es muy fácil certificar una tecnología de propulsión en defensa porque las medidas de seguridad son diferentes a si llevas un pasaje comercial. Una vez estás certificado ahí hay un paso muy pequeño para llegar a otro ámbito, de modo que todos ellos se van nutriendo mutuamente. Todo ese empuje beneficia a Hyperloop. Porque al final innovar no es siempre crear algo de cero, sino mejorar lo que ya está, esa es una de las claves para conseguir el adelanto de esa fecha 2050.

Eugenio Mallol.-Zeleros es de las pocas empresas españolas de base científico-tecnológica por las que se ha apostado durante años sin exigirle que genere actividad económica. ¡Hay tan pocos ejemplos como ese en nuestro país! Sin embargo, es inevitable preguntarse si, de no haber recibido el impulso de Elon Musk, quizás le habría pasado lo mismo que a tantas otras empresas en España.

Alejandro Gómez.-Somos conscientes de que hay etapas. La fuerza de Zeleros radica en mostrar al inversor que se están cumpliendo y lo que hay detrás deja de ser humo, porque muchas veces cuando rascas en otros casos ves que hay mucha teoría y llevarlo a la práctica es complicado. La base tecnológica y ese road map hasta llegar al 2050 está diseñado, planeado y se sabe dónde están los recursos para alcanzarlo. Pero hay que ir construyendo.

Eugenio Mallol.-Nos cuesta en España apostar por este tipo de empresas de deep tech.

Alejandro Gómez.-En España, por lo que he visto en mi etapa reciente de contacto con ideas disruptivas, muchas veces las queremos malvender. La gente crea startups con la idea de que venga alguien a comprarla, pero no de desarrollarla y llevarla a cabo. Es un quick win a lo pobre. Es una crítica, con todo el respeto, porque somos muy ingeniosos, pero muy pobres para pedir. Vemos una idea, la adornamos y la vendemos por 30 o 40 millones y con eso a nivel personal creemos que hemos triunfado. Hay poca gente que tenga la conciencia sociológica de llevar un proyecto al máximo, ejecutarlo y al mismo tiempo crear riqueza, conocimiento en mi equipo que se quede y vaya a la sociedad vía otras empresas. Ahí, los fundadores de Zeleros han sido, a pesar de su juventud, muy generosos. Ese tipo de perfiles es el futuro de España.

Eugenio Mallol.-En el diálogo entre el hardware y el software de los proyectos tecnológicos, ves a Zeleros como una empresa centrada en la parte física, pero que desarrolla también programación. No sé si encontraremos un coche que utilice algo del conocimiento o alguna aplicación de Hyperloop, por ejemplo.

Alejandro Gómez.-Zeleros está generando un conocimiento increíble en sus equipos y tiene flexibilidad para ver líneas de negocio. Porque el objetivo final no es convertirse en un OEM de cápsulas. El ecosistema es muy grande y el software, la inteligencia artificial y los datos son muy importantes. Pero cuidado con hincharnos a programas, a software, con inundarnos de datos, porque necesitamos que sean de calidad, no solo de cantidad, para poder modelar negocios con ellos. Habrá un equilibrio futuro. Hay etapas en las que parece que una parte, el hardware u otra tecnología, tiene que avanzar más que la otra, porque hay impedimentos o no se da el contexto, pero habrá un equilibrio con el software, con esos negocios híbridos de los que nos gusta tanto hablar en Atlas Tecnológico. Es parte inherente, no puede convivir una sin la otra.

» Lo bueno que tiene Atlas Tecnológico es que ha conseguido dar visibilidad a un ecosistema bastante potente en España que era desconocido»

Eugenio Mallol.-En robótica ya no se concibe vender sólo robots sin incorporar servicios y aplicaciones embebidas.

Alejandro Gómez.-Hay OEM del automóvil y de la aeroáutica, donde como decía Manuel Torres hay ideas ping pong, que van de un sitio a otro, que te permiten volar, e incluyen sistemas de pagos por hora (PBH). Tú preocúpate de explotar tu línea, me pagas un fee y me aseguro de que tengas el repuesto on time, cuando lo precisas, todo ello nutrido con un software muy potente, con mantenimiento predictivo, con sensorización, análisis de incidencias, muy en el ámbito de la inteligencia artificial. Ahora se vende también un portfolio de servicios, la mayoría de los cuales son digitales.

Eugenio Mallol.-En el ecosistema Atlas Tecnológico hay empresas de muchos tipos que al escucharte pueden plantearse que las oportunidades que se están abriendo son enormes y deben dar el salto e incorporarse a esta corriente de transformación.

Alejandro Gómez.-Primero nos lo tenemos que creer. Lo bueno que tiene Atlas Tecnológico es que ha conseguido dar visibilidad a un ecosistema bastante potente en España que era desconocido. Estabas en Madrid y en Valencia y no sabías lo que hacía tu vecino a dos kilómetros de ti. Hace 20 años, aunque todavía pasa, los emprendedores se iban de España, por una cultura industrial, después de ciclos de recesión muy encorsetada, muy de operario. La ingeniería venía de una cultura castrense, militar, por influencia de la dictadura, muy jerárquica, y nadie se planteaba salir de su zona de confort porque no tenía esa necesidad o no lo veía. Luego salió esa generación emprendedora que se educaba fuera, en Reino Unido y Estados Unidos, que cogían cultura de multinacional, pero volvían a los arraigos y empezaban a plantar ese germen que estamos recogiendo ahora. A nivel de Gobierno (institucional) necesitamos una apuesta real por rediseñar bien, qué es España y que puede representar a nivel tecnológico, social e industrial para todos. Por ejemplo, es difícil explicarse que, a pesar de ser un país con tanto viento y sol, lideres en esas tecnologías de energía fotovoltaica y eólica, hoy en día la población (el ciudadano de a pie) no se beneficia realmente de esa tecnología. Parece que el ciudadano de a pie de Alemania o Corea del Sur por su política de buscar alternativas a la energía nuclearse, se beneficia o aprovecha más que el de aquí.

Eugenio Mallol.-Participaste hace un par de años en un estudio sobre cualificación profesional en Murcia. Ese es uno de los grandes asuntos del momento, si queremos hacer una transición hacia la industria 4.0 nos faltan ingenieros por todos sitios.

Alejandro Gómez.-El problema empieza en la educación. Está cambiando, pero el sistema está mal orientado. Desde que son muy pequeños tienes que introducir la tecnología, a modo de juego. Lego tiene iniciativas, o Microsoft con Minecraft, pero debería ser más potente esa educación inicial, porque los niños se van a beneficiar. Se familiarizan con la tecnología en casa, sin control, no saben lo que hay detrás de un móvil o una Tablet, no saben cómo funciona la arquitectura. Hacerlo divertido es la base y si lo lográramos aseguraríamos esas generaciones y esa Visión 2050 seguramente se aceleraría. Imagínate que con una profesora hubiera un robot colaborativo que interactuara y enseñara tecnología a los niños, cómo está creado por dentro, sería fantástico.

Eugenio Mallol.-Los responsables de FP te dicen que el problema es que los grados tecnológicos no se escogen, que ellas van hacia la peluquería y ellos hacia administración.

Alejandro Gómez.-Pero es que las peluquerías también tendrán tecnología el día de mañana, no lo veo tan disparatado. Todavía arrastramos esa cultura: en España hacen falta operarios de la construcción, pero es que hoy en día en la construcción hay una tecnología increíble y ya no vale cualquier peón de toda la vida para montar una casa modular. Está bien que mantengamos nuestros orígenes, pero la persona que triunfa es la que sabe adaptarse, la que es flexible, porque si quieres vivir como en el pasado vas a sufrir.

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