¿Puedo crear una empresa de 1.000 millones desde una pedanía de Murcia?

En su intervención en los iTalks Industria 4.0, el responsable de Proyectos Alfa de Atlas Tecnológico Javier García Recuenco defiende la importancia de aplicar la metodología de resolución de problemas complejos para, con el apoyo de la tecnología, aportar más valor a la empresa ante el cambio de paradigma en el mercado
30 de abril de 2021 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
¿Puedo crear una empresa de 1.000 millones desde una pedanía de Murcia?

Con la pregunta que encabeza este artículo arranca su intervención en los iTalks Industria 4.0 organizados por La Opinión de Murcia el CSO de SingularSolving y responsable de Proyectos Alfa de Atlas Tecnológico, Javier G. Recuenco. En España, asegura, “deberíamos ser capaces de encontrar propuestas de valor o nos tocará hacer las maletas”, porque pese a que “el talento nos sobra por todas partes” y muchas compañías han alcanzado “un determinado grado de transformación digital”, siguen sin resolver “sus problemas de verdad” que trascienden “a la mera implicación tecnológica”.

Para ello, García Recuenco considera indispensable aplicar métodos de resolución de problemas complejos, algo que “el World Economic Forum en sus ediciones de 2016, 2018 y 2020 cita como la habilidad más necesaria para poder ser empleable en la década que viene”, una visión compartida por la Comisión Europea en su proyección de las capacidades críticas en el horizonte de 2025.

“La complejidad es una ciencia que habla de la gestión de problemas en entornos no mapeados, de lo que haces cuando no tienes ni idea de lo que tienes que hacer”. En ese sentido, aclara que “no tiene nada que ver complicado con complejo”. Una cosa puede ser “terriblemente complicada, pero también tratarse de un problema resuelto históricamente por alguien”, explica el responsable de Proyectos Alfa de Atlas. El Covid, por ejemplo, “no era un problema complejo porque sabíamos que nos tocaba una epidemia y quizás hemos sido negligentes pensando que las cosas no van a pasar”.

La ciencia de la complejidad existe desde hace 50 años, pero sólo en los últimos se ha abordado la complejidad aplicada. Según García Recuenco, “los tiempos están cambiando: nos movemos de un paradigma taylorista y basado en fábricas e hiperespecialización, a conceptos como el que muestra el libro de David Epstein Range, que tiene que ver con la figura emergente del generalista, esa persona que sabe de un montón de cosas, no con muchísima profundidad, pero sí con visión de campo amplia”.

La clave es que hay cosas que ya se saben hacer, pero “hay otras muchas que son puramente exploratorias”. Y ahí entra la resolución de problemas complejos, para lo que se necesita “gente capaz de explorar, ir a la selva, dar machetazos y que tenga más probabilidades de sobrevivir”. ¿Por qué nos tenemos que complicar la vida?, se pregunta. “Porque en términos competitivos, las frutas de las partes bajas del árbol ya están recogidas, sólo quedan las complicadas. Las cosas sencillas ya están resueltas, y lo que nos queda son las frutas de arriba, las partes más complicadas”, según el también CSO de SingularSolving.

Para explicar por qué todo se ha vuelto tan incierto y complicado, cita la teoría del atractor del profesor Richard Rumelt, que es “un estado que genera una especie de campo gravitatorio que transforma por completo las condiciones de una industria”. Un atractor ha sido desde su aparición la decisión tecnológica de articularlo todo a través de una dirección IP. “Ese atractor ha transformado la industria en tres décadas diferentes”, afirma.

“Nuestro problema ahora mismo es que tenemos cinco atractores funcionando de manera simultánea”. Pero sólo dos de ellos están relacionados directamente con la transformación digital: “el que engloba todas las macrotendencias tecnológicas que han venido apareciendo” (big data, IoT, blockchain, IA) y, junto a él, “el hecho de que se estén acortando los ciclos de maduración y expansión de las compañías”. De la Agenda 2030, el Customer Centricity + Personotecnia y los Crunching Business Models, los otros tres atractores, sólo puede decirse que “tienen un fuerte componente tecnológico, y están desgarrando por completo el tejido de las empresas”, como sucede con los espacios hiperpersonales que destrozan a la industria publicitaria.

Propuesta de valor

García Recuenco cita a Atlas Tecnológico, “una compañía que está poniendo en contacto el tejido de todas las tecnológicas de España”. La plataforma se plantea qué sucede si el problema de una compañía no es la tecnología. “Los bancos han invertido miles de millones en digitalización y no han movido la aguja ni un milímetro”, apunta, porque “no se ha alterado la propuesta de valor”.

Abordar problemas complejos “suele derivar en la implantación de nuevas tecnologías, porque para hacer nuevas cosas, para gestionar nuevos desafíos, muchas veces la tecnología aporta la ayuda. Por eso es muy difícil separar lo que tiene que ver con los desafíos tecnológicos y con los empresariales”, añade. No obstante, “muchas veces las compañías se enfrentan a desafíos estratégicos, de propuesta de valor, de adaptarse a los nuevos tiempos, que llevan aparejada una transformación digital, pero hablan de volver a ser competitivos”.

Singular Solving se dedica a resolver problemas de empresa “utilizando una mezcla entre resolución de problemas complejos y el futurismo de frontera, un concepto que viene a decir: algo que va a venir, pero es inmediatamente abordable, no tienes que esperar 20 años. Porque somos malísimos pronosticando”, explica García Recuenco.

Con el ejemplo de los Proyectos Alfa de Atlas Tecnológico, Javier García Recuenco subraya que “lo característico de la resolución de problemas complejos es que no se aborda desde una perspectiva exclusivamente tecnológica, requiere de futurismo de frontera, tiene que ser rupturista, pero viable de manera inmediata, es un desafío crítico para la empresa y no puedes acudir a alguien que ya lo haya hecho”. Normalmente, continúa, “es muy complicado pensar que si alguien ha trabajado en la mejora de un sistema en un banco de Milwaukee eso es trasladable a la Caja de Ahorros de Murcia”.

El secreto reside en que “cuando trabajamos en alguna de esas compañías no nos centramos tanto en sus problemas tecnológicos, sino en cómo mover sus productos de bajo margen en supermercados hacia el canal directo, cómo trasladarse a entornos en los que pueda tener menos competencia, cómo diferenciarse mediante la innovación de producto, cosas que si bien no tienen un impacto inmediatamente tecnológico sí acaban redundando en un aumento de la competitividad y de la base tecnológica”, concluye.

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