La inversión en I+D y la colaboración público-privada para la proyección del PERTE se abren un hueco en la agenda

La mesa redonda "Punto de situación de los PERTE" insta a la acción de los proyectos del PERTE, señala la relevancia de involucrar a las pymes para que impulsen a que el Gobierno busque un posicionamiento europeo y, sobre todo, estiman el futuro de este proyecto estratégico y su capacidad de tener continuidad
Carla Mansanet
27 de septiembre de 2024 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
La inversión en I+D y la colaboración público-privada para la proyección del PERTE se abren un hueco en la agenda
Según las agujas del reloj, Vanesa Blanch, Eugenio Mallol, Natalia Díaz, Francisco Marín y Luis Ignacio Vicente

Desde su lanzamiento en 2022, el PERTE chip se ha convertido en un emblema clave de la apuesta por la innovación y la tecnología en un sector estratégico. Durante este periodo, ha estimulado en España la aspiración a ganar terreno en la carrera global de la competitividad microelectrónica y, por consiguiente, consolidarse como un acto clave tecnológico global. Con el paso de los años, y la vista puesta en 2026, expertos de la industria plantean los retos y oportunidades para garantizar su continuidad. Si podemos tachar el futuro del PERTE de prometedor es porque «hay vocación desde la Administración de que se alcancen los objetivos y empresas privadas con ambición», expone Natalia Díaz, directora de estrategia e innovación en AVS Consulting. Díaz, junto a Vanesa Blanch, responsable de alianzas y partnerships en Ayming ; Francisco Marín, socio en GED Conexo Ventures; y Luis Ignacio Vicente, strategic advisor en PONS IP, son el grupo de colaboradores de Atlas Tecnológico que protagonizan la Hora Premium «Punto de situación de los PERTE».

Tal y como señala Luis Ignacio Vicente, gestionar un proyecto como el PERTE es complicado, especialmente porque «los modelos de gobernanza entorno a él están más enfocados en justificar la ayuda que en la propia gestión del proyecto de I+D de veinte millones de euros». Para conseguirlo, Vanesa Blanch anima a dar voz a las pequeñas empresas y, de este modo, «que el sector privado ayude a la Administración a definir las bases». El ecosistema es próspero para el desarrollo del PERTE chip y, según las consideraciones de Natalia Díaz, «pese que esta conversación debería haberse dado antes, se está adecuando de forma positiva». Claro que, el dilema se desencadena cuando Eugenio Mallol, moderador de la mesa, formula una pregunta clave: «¿Existe vida después del 2026?»

El plan microelectrónica debe llevarse a escala europea, y no solamente a local o regional. Francisco Marín relata sus conversaciones con la Ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, de las que obtiene una grata sorpresa: ya están pensando en cómo seguir después de los PERTES y darles continuidad. Marín apuesta por que no hay progreso que no pase por la innovación y productividad. Esta idea penetra de manera cada vez más orgánica en las nuevas generaciones de encargados, que reconocen la necesidad de invertir en I+D+I para avanzar. «No es que los países más ricos tengan más fondos para invertir en I+D, sino que, si son ricos, es porque en el pasado invirtieron en I+D», recalca. «Si se siguen recortando los presupuestos en inversiones, resultará imposible que España escale puestos en el ranking de innovación europeo», continúa. No obstante, se muestra optimista porque considera que considera que los ciudadanos y diligentes han comprendido la relevancia de invertir en I+D.

Natalia Díaz ha reiterado a lo largo de la mesa su confianza hacia el futuro del Perte a causa de esa «voluntad compartida entre el Gobierno y el sector privado», pero indica que «queda aterrizarlo y poner los medios para que sea fácil y transparente». Blanch concuerda con Díaz y señala la necesidad de «revisar las dinámicas para que sean más ágiles», así como «reflexionar sobre las concurrencias simples abordadas en las últimas convocatorias». Existen retos a sortear, entre ellos, los criterios de valoración de los proyectos para impulsar la industria. «¿Se premia a aquel que presenta antes el proyecto o al proyecto con mayor impacto socioeconómico y medioambiental?», se plantea Blanch con un tono escéptico.

Desde luego, «la tecnología y la innovación son dos temas que están en las agendas políticas«. Luis Ignacio Vicente explica que esta realidad es una gran oportunidad para movilizar al voto ciudadano y estimular el lanzamiento de políticas que promuevan la inversión. Sin embargo, no todo se remite a intenciones y gastos, sino que «hay que dar instrumentos a las empresas para que ayuden a impulsar la productividad de esa inversión»; estos son los medios que aclama Díaz. Esto entraña una nueva cuestión, ya bien consabida por los seguidores de las Horas Premium: se nos escapa el talento de las empresas españolas. Como conclusión, reclama que «se debe pensar en estrategias a corto plazo, pero con la visión en el largo». Marín da la nota final al insistir que «España no necesita más diagnósticos, sino acción».

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