Europa, entre el «rearme de la paz civil» de Ana Palacio y el «fin de la inocencia» de Antón Costas
La conversación sobre geopolítica del Encuentro de AMETIC en Santander, moderada por Pedro Mier, pone de manifiesto que el principal desafío para el proyecto europeo no proviene del exterior, pese a la amenaza bélica y tecnológica, sino sobre todo del interior, de la necesidad de reinventar el papel de las instituciones y su relación con la sociedad
Pedro Mier, presidente de AMETIC, junto a Antón Costas y Ana Palacio en el Encuentro de Santander.
Cuestión de enfoques. El sustrato jurídico clásico de la exministra de Asuntos Exteriores Ana Palacio, la envoltura crematística con visión social del presidente del Consejo Económico y Social (CES), Antón Costas. Conduce su conversación sobre geopolítica el presidente de AMETIC, Pedro Mier, sobre el escenario del Encuentro de Santander. El asunto fundamental del momento: Europa.
“Necesitamos tener confianza, ese debería ser el leit motiv de los europeos”, dice Ana Palacio. “Necesitamos colaborar. Nos enfrentamos a un mundo nuevo por las tecnologías y porque, por primera vez, Europa tiene un problema serio de seguridad”. Lo describe como un “cambio de paradigma volteado por la seguridad. Creíamos que en Europa no iba a haber una guerra existencial, y existe. Hay que hacer, por eso, una modelización de la confrontación bélica con Rusia, aunque el riesgo sea pequeño, por lo mucho que nos jugamos. No podemos seguir pensando en la paz perpetua. Es una situación de seguridad novedosa”.
“Europa se construye sobre el principio de paz basada en prosperidad, que se apoya a su vez en el intercambio basado en reglas”, afirma la exministra. Ha elegido para ello la forma de “una democracia liberal matizada por la idea del bien común, de la responsabilidad colectiva”. Debe hacerlo compatible, no obstante, con el desafío de la competitividad: “con la Europa ampliada teníamos el equivalente al PIB de EEUU. Ahora éste asciende a 27 billones y nosotros estamos en 14. Debemos ponernos manos a la obra, no hay determinismo, tenemos que reaccionar y montar con los mimbres que tenemos del marco regulatorio”.
Una de sus propuestas es “sacar del ostracismo a la industria de defensa, que tiene difícil acceso a financiación, el BEI no la financia. Tenemos que normalizar el acceso a defensa”. Uno de los errores de Europa, según Ana Palacio, es que “nuestro referente ya no puede ser el mercado interior, hemos pasado por ese momento de adaptación, debemos tener la idea mundo”. Pone como ejemplo que “tenemos el reto de la transición energética y sin nuclear no se resuelve la ecuación, porque la ecuación es el mundo”.
En cuanto al auge de los extremismos, Ana Palacio los define como una “exclusión del otro. Tenemos que rearmar la paz civil, no podemos dar la espalda. Los que votan son ciudadanos como nosotros que tienen miedo, que no se encuentran, que no ven futuro, hay que atenderles. El concepto de ciudadano es contrario a la idea del otro, estamos juntos y hay que tener en cuenta distintas opiniones, es la esencia de la democracia liberal”.
“En este mundo hay papel para Europa, para las ideas europeas, el modelo europeo adaptado a un mundo distinto”, subraya. “Estamos en un mundo inseguro, complicado, con tendencia a fragmentarse, y tenemos principios. No sólo tenemos que ser potencia regulatoria, hay que volver al hard power”.
Se pregunta Antón Costas “¿qué pasa en el mundo? ¿Por qué hay tanta pulsión de violencia y de odio? ¿Por qué hemos pasado de la colaboración a la confrontación?”. Su respuesta pone la mesa cuatro grandes ideas. En primer lugar, sostiene, “hemos cambiado de era: de una era de certezas, en algunos casos exageradas, sobre el futuro, a una era de incertidumbre”. Advierte de que “el riesgo no frena la vida”, mientras que “la incertidumbre no es un riesgo, sino que en términos de economía es la incapacidad radical de conocer los riesgos que tenemos delante”. La clave es que “ambas eras se gobiernan de forma diferente”.
Según Costas, “hemos vuelto a la guerra ideológica entre los sistemas democráticos y los autoritarios. Tenemos por delante la necesidad de realizar un esfuerzo para demostrar que las democracias son capaces de mantener la prosperidad compartida. Los regímenes autoritarios defienden la tesis de la autosuficiencia autocrática, de que no es necesario tener democracia para mejorar la vida de los ciudadanos. Es una batalla ideológica de dimensiones extraordinarias que lo impregna todo”.
“Las democracias han perdido eficacia a la hora de garantizar a todos, no sólo a los que viven bien, prosperidad compartida y oportunidades”, continúa el presidente del CES. “Y frente a esta pérdida de eficacia el sistema alternativo está diciendo que sin democracia puede garantizarlo. Putin dijo que las democracias europeas han fracasado. Esa percepción de los dictadores es muy importante”.
Otra idea que caracteriza al momento actual, según Costas: “la geopolítica es también una guerra cultural. Asistimos al final de la inocencia. Alemania, al margen de las advertencias, confió en las relaciones comerciales y el gas de Rusia. Confiamos en que China iba a respetar las normas de la OMC en toda su plenitud”.
En última instancia, añade, “estamos ante un cambio del problema económico de la sociedad. En los últimos 40 años, el problema era maximizar el crecimiento, pero esta definición se ha acabado”. Costas considera que “hemos entrado en una economía de trade off, de búsqueda de equilibrios, ahora el problema no es tecnocrático. Sino cómo equilibramos avanzar en los objetivos manteniendo el nivel de vida. La sociedad ha de manifestar su preferencia, no es una cuestión de tecnócratas. Venimos de una época top down, a una en la que los de abajo decimos que queremos participar de la toma de decisiones. Esto obliga a la colaboración, a la cooperación”.
Para que Europa pueda demostrar eficacia en conseguir para el conjunto de la población prosperidad compartida y oportunidades, el presidente del CES cree que se debe “fortalecer las capacidades del Estado y la provisión de bienes públicos” que permitan “hacer frente a la incertidumbre, que es diferente del riesgo”.
“Estamos buscando el reequilibrio”, insiste, “cómo conseguir objetivos deseables, como el comercio y la prosperidad, que tienen elementos de conflicto. Es un problema nuevo. Sabemos cómo maximizar un objetivo, pero no cómo afrontar una economía de trade off”. Para entender el desafío al que se enfrenta Europa, Costas recomienda “leer a San Agustín. En una de sus Confesiones dice: ‘Señor, concédeme la castidad, pero no ahora mismo’. Europa tiene que avanzar en economía verde, garantizando la competitividad. No es un problema tecnocrático, sino que tenemos que gestionar la sociedad de otra forma”.