Sistema de control de sueños

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De la misma forma que somos selectivos con los recuerdos, también lo somos con las predicciones. Ignoro cuál debe ser el mecanismo de autoengaño por el cual sólo nos quedamos con algunas proyecciones de futuro, mientras desechamos otras, o miramos culpablemente hacia otra parte. A los científicos les suele desencantar esta actitud de la sociedad porque a ellos les corresponde la penosa tarea de advertirnos de los males venideros.

Nos encantan, en cambio, los pronósticos que implican cambio tecnológico, de ahí el éxito de consultoras como Gartner cuando proponen escenarios 2028-2030. Son un buen argumentario ante el director financiero de nuestras empresas, que anda lo suficientemente atareado como para no recuperar los anuncios realizados hace cinco años y compararlos con la realidad.

No sólo es un mal de nuestras empresas. En el ámbito de la Administración, el trasunto se observa con los mecanismos de control del cumplimiento de los objetivos de los proyectos en las licitaciones públicas. Recientemente, un Gobierno autonómico retiraba a una empresa especializada de la supervisión de la ejecución de un contrato público para sustituirla por otra afín. El resultado para el contribuyente es que la factura se multiplica por dos y, probablemente, que el mecanismo de control resulte menos creíble.

Cómo se está controlando la satisfacción de objetivos en la adjudicación de contratos públicos, que no es sólo la justificación de los gastos e implica muchas veces análisis de impacto más complejos, es una de las cuestiones más delicadas del funcionamiento y la gobernanza de nuestro sector público. La propia presidenta de la Fundación COTEC para la Innovación, Cristina Garmendia, lo decía en un evento en la Universidad Carlos III del que se ha hecho eco en exclusiva Atlas Tecnológico. Cuando reunieron a 30 entidades para sugerir cambios en la medición de los datos de innovación empresarial por parte del INE simplemente no hubo forma de ponerse de acuerdo. Y lo que no se mide, no existe.

En el sector tecnológico solemos hacernos trampas al solitario. Un día comprendes que reunir en un escenario a directivos de grandes corporaciones globales es una imagen lo suficientemente poderosa como para que alguien cuestione que el mensaje, con todas sus predicciones, no se va efectivamente a hacer realidad. Pero lo cierto es que muchos anuncios acaban no cumpliéndose, o no al menos en el momento previsto. A mediados de la pasada década, un directivo de BMW nos aseguraba que nuestro siguiente coche sería autónomo. O sea.

Hay que elegir bien los sueños, en definitiva. Forma parte de la calidad profesional en la industria 4.0 y no dejarse llevar por la propensión a las predicciones. Incorporar buenos mecanismos de control del cumplimiento de los objetivos. En ese sentido, yo ya he hecho mi elección: estos tres próximos años van a ser los del cambio de ciclo (si la disponibilidad de financiación lo permite).