El problema de medir la innovación en España, según Garmendia: «la inversión en I+D no predice el valor del cambio»
La presidenta de la Fundación COTEC repasa en su intervención en el Foro de Innovación de la Universidad Carlos III los sistemas de medición de que disponemos en nuestro país, claves para conocer su impacto real en la sociedad, sostiene que hay muchos aspectos a mejorar todavía y hace una llamada a una mayor colaboración entre los actores del ecosistema
La presidenta de COTEC, Cristina Garmendia, interviene en el Foro de Innovación de la Universidad Carlos III. / UC3M
Hablar de “instrumentos que aceleren la innovación” es más importante que nunca, a juicio de la presidenta de la Fundación COTEC, Cristina Garmendia, porque “todo está acelerado”. Para su intervención en el Foro de Innovación de la Universidad Carlos III de Madrid ha escogido un tema clave para la toma de decisiones, ahora que la gestión de los datos se sitúa en el centro de cualquier estrategia: “Medir la innovación: nuevos enfoques sobre un viejo problema».
“Siempre hemos sido capaces de producir nueva ciencia”, afirma como antesala a su análisis sobre la situación de España, “pero ésta debe ser también relevante para la sociedad, tenemos que encontrar vías para atajar en ese camino y hacerlo más eficiente”. Si no medimos la innovación, vino a decir, resulta complicado saber si ese proceso se está haciendo de forma correcta.
Y no resulta fácil hacerlo. “Usamos conceptos muy basados en consensos internacionales o las métricas no son tan claras”, apunta Garmendia. Una de sus primeras tareas al llegar a la Fundación COTEC consistió precisamente en “redefinir el concepto de innovación”, para “concentrar nuestro perímetro”.
La fórmula escogida se ha convertido ya en un clásico en nuestro país: “innovación es todo cambio basado en el conocimiento que genera valor”. La clave es saber navegar por esos tres conceptos de manera adecuada y productiva: cambio, conocimiento y valor.
En el caso del primero de ellos, por ejemplo, Garmendia subraya que “vivimos en un momento de cambio, pero no sólo es tecnológico, hay también cambios sociológicos muy relevantes”, no podemos ser ajenos a su impacto social en pleno auge de los ODS y los criterios ESG.
Las ocurrencias no son innovación, pero muchas veces son el resultado de “llegar antes de tiempo, por eso es importante que seamos tolerantes con las ocurrencias, hay que animar a proponer nuevas ideas”. En otras ocasiones, “hay propuestas que generan valor, pero no están basadas en el conocimiento, son las serendipias, que hay que aprovechar, pero tampoco son innovación”, señala la presidenta de COTEC. “Las tradiciones no producen cambio, pero sí valor y tenemos que contar con ellas, son también relevantes”. Navegar los conceptos, en suma.
Instrumentos de medición
De las palabras de Cristina Garmendia se desprende que la construcción de herramientas fiables de medición de la innovación sigue siendo una de las asignaturas pendientes de nuestro país. Encuestas oficiales como la del INE “tienen bastantes dificultades”. Ha pasado a ser bianual, “hay un enorme decalaje entre el momento en que se recoge la muestra y se publican los resultados, tiene sesgo hacia la gran empresa y ha habido cambios metodológicos”. En consecuencia, “la fiabilidad a la hora de extraer resultados es limitada”.
Para remediarlo, COTEC decidió constituir un grupo de trabajo, al que se adhirieron 30 instituciones, y abrió un debate “para ver qué habría que cambiar en la encuesta del INE para medir con más fiabilidad la innovación”, relata su presidenta. No ha habido propuestas relevantes, porque “no nos ponemos de acuerdo, esa es la realidad”.
La encuesta sobre la inversión pública y privada en I+D resulta, según Garmendia, “más fácil y fiable”, dado que “el ámbito está más acotado”. Con sud datos, “nos atrevemos a desarrollar un índice adelantado con Ceprede (Asociación Centro de Predicción Económica), para anticipar cómo cerrará el año y solemos acertar con lo que el INE indica”. Pero si el INE no es un buen referente…
En todo caso, “la inversión en I+D no predice el cambio que va a producir y el valor que va a añadir. Hay correlación entre el volumen y el resultado, pero no siempre correlaciona igual por países o empresas”. En COTEC decidieron complementarlo con la medida de otros activos intangibles como la estrategia, la inversión en formación, los datos por territorios y ramas de actividad procedentes del ámbito empresarial e institucional.
“La I+D se contempla en la contabilidad nacional como inversión desde 2015, antes era un gasto, a la hora de endeudarse una compañía con muchos intangibles pensemos en cómo se le asigna la calidad crediticia, es difícil porque no consta en los balances, y a veces marca la diferencia”, afirma Cristina Garmendia.
Lo bueno de las métricas europeas es que “nos miden a todos por igual”, pero heredan las dificultades de las encuestas nacionales. En el caso del Regional Innovation Scoreboard, incluye 21 indicadores para elaborar un ranking que posiciona a las 240 regiones. Desde COTEC “decidimos desafiar, teniendo en cuenta cómo funcional, qué pasaría si el peso de los componentes fuera distinto”.
Desafiar al RIS
El trabajo se ha realizado de la mano de Jon Mikel Zabala, de Deusto Business School, y Juan Carlos Salazar, de la Universidad Autónoma de Madrid, miembros de la red de los 100 de COTEC, y ha despertado el interés de la Comisión Europea. Han creado, en primer lugar, un “índice robusto” a partir de “las diferentes combinaciones posibles de todos los posibles pesos de todos los indicadores”.
En otro caso, y dado que el RIS parte de la idea de que el volumen de inversión en I+D correlaciona bastante con que un país o una región sea más o menos innovadora, han buscado la forma de calcular la eficiencia: “cuánto invierte una empresa o una región en I+D+I y cuál es la cifra de negocio de productos que vienen de esa I+D+i”.
El tercer índice otorga más peso “al indicador que sale más equilibrado en términos generales”. Y el cuarto ajuste pone el foco “en uno solo de los indicadores, la colaboración, porque la literatura dice que es uno de los indicadores más relevantes: no colaborar es una dificultad para innovar”.
COTEC mide también la innovación atendiendo a lo que Garmendia describe como el “crecimiento empresarial acelerado”, es decir, “cuáles son las empresas gacela y donde están”. La distribución territorial ubica los principales resultados Madrid y Barcelona, pero “se ven localizaciones con el doble o triple de gacelas de la que le corresponde por peso, y están bastante distribuidas en todos los sectores, y en muchos casos crecimiento no se debe a inversión en I+D, sino a otros intangibles”.
La presidenta de COTEC quiere dedicar más atención en el futuro al valor añadido digital, que combina tanto el componente de capital digital como el de empleo digital. “Es uno de los aceleradores claros de la innovación. Lo queremos estudiar con mucha profundidad para entender bien los fenómenos”. Madrid lidera en España, Cataluña la sigue.
Sin duda, Garmendia es una firme defensora de la apuesta de su fundación por crear un mapa de complejidad económica. “Lo que nos interesa es: en la cesta de exportaciones, cuánto conocimiento incorpora cada uno de los productos y cómo de ubicuos son”, es decir, “si esos productos se fabrican en pocos lugares del mundo sube aún más en el mapa”.
El trabajo de captación de datos de COTEC baja incluso a nivel de ciudades y permite hacer “una extrapolación en el sentido de que, si un territorio está exportando esto, qué más podría exportar con mucha facilidad, porque tiene los mismos canales o van a los mismos tipos de mercado. Qué más puede hacer un territorio con las capacidades que tiene instaladas”.
Percepción ciudadana
La exministra apunta en el Foro de Innovación de la UC3M que la clave es no sólo saber qué está pasando, sino cómo lo perciben los ciudadanos, necesitamos que la sociedad perciba que esto es relevante y no sólo cuando ocurre una pandemia o una crisis climática”. Con Sigma2, COTEC elabora una encuesta anual en la que pregunta a los ciudadanos si piensan que que las empresas de su provincia o de su comunidad son innovadoras”.
La diferencia entre los síes y los noes refleja un mapa de España dispar. En Catalunya existe el mayor grado de convicción en el carácter innovador de sus empresas, pero el país “está bastante polarizado territorialmente, hay franjas en las que la sociedad no percibe los buenos resultados”, dice Garmendia.
En cuanto al talento, “hacemos estudio muy pormenorizado con indicadores sobre la capacidad de los territorios para atraer, desarrollar y retener talento”. También aquí se observa “cierta polarización”.
No todo el talento es tecnológico, “pero hay un cuello de botella que está llevando a una lucha encarnizada de los territorios y los países por el talento tecnológico”. De ahí que, en su opinión, sea “muy importante medirlo, hay que saber dónde está, por qué está y cuáles son los factores de éxito de esas ciudades, llegamos hasta distritos postales. Hay pequeños núcleos que están siendo tractores impresionantes”, concluye Garmendia.