María Iraburu, rectora de la UNAV: «La Universidad enseña fundamentalmente a pensar y eso no hay IA que lo supla»
En su condición de anfitriona del Collaborate "Industria, un ecosistema sostenible", la rectora de la Universidad de Navarra analiza asuntos como el futuro de la educación superior, el impulso de la investigación científica, el impacto de las nuevas tecnologías y la escasez de determinados perfiles profesionales en el mercado en conversación con el analista de innovación Eugenio Mallol
Eugenio Mallol.-Desde Francisco Ponz en los 70, no había un rector procedente del ámbito de las ciencias naturales, no sé si eso quiere significar algo.
María Iraburu.-Hemos tenido un poco de todo: historiadores del Derecho, un científico renombrado como José María Albareda, e ingenieros recientemente como José María Bastero. O sea que las áreas científicas y tecnológicas han estado bastante bien representadas: cuatro de los nueve rectores.
Eugenio Mallol.-En los tiempos actuales, no se sabe si es más el ámbito de las humanidades el que necesita a la ciencia o al revés. Tecnologías como la inteligencia artificial nos abren nuevas perspectivas, pero inmediatamente tienen que echar mano del pensamiento crítico; y la polarización social y geopolítica reclama de la ciencia unas directrices claras para recuperar la vía del entendimiento. El diálogo es más necesario que nunca.
María Iraburu.-Lo bueno del rectorado es que somos un equipo con personas de diferentes perfiles, eso nos da una visión bastante 360º de las cosas. Es un momento de riesgos, de incertidumbres, pero también por ello de grandes posibilidades. Los problemas que nos preocupan tanto ahora socialmente son una ocasión buenísima para hacer los abordajes interdisciplinares. Desde el cambio climático a la transformación energética o la economía circular, se necesitan personas de todos los ámbitos. Para la Universidad es un momento muy interesante, en especial por ese diálogo necesario entre ciencia y tecnología y humanidades. Nuestros grandes retos al final tienen mucho que ver con la dimensión más humana de la persona. Lo hemos visto con el Covid-19, ha sido un ejemplo perfecto de cómo la unión entre ciencia e industria ha sido clave, pero se han sumado cuestiones éticas como la forma de plantear el tratamiento de la pandemia en regiones como África o cuál es el papel de una comunicación correcta, porque la manipulación ideológica puede ir en contra de la ciencia. Tenemos una gran oportunidad de traer el rigor y las certezas de la ciencia a los debates de nuestro tiempo.
Eugenio Mallol.-En tu discurso de toma de posesión, hiciste una apuesta clara por impulsar la investigación. Es importante porque a la ciencia a veces se le piden resultados inmediatos y la sociedad debe comprender la importancia de dar a cada cosa su debido tiempo.
María Iraburu.-Antes había una división muy neta entre investigación básica y aplicada que, a veces, podía resultar engañosa: puede haber investigación aplicada que requiera un esfuerzo a largo plazo. En el caso del Covid-19, si no hubiera existido una investigación previa no habría sido posible conseguir las vacunas en un tiempo récord. En la historia de la ciencia no ha sucedido nada igual. Y no todo lo que nos puede salvar la vida en un momento dato tiene aplicación desde el minuto uno, hace falta invertir tiempo y apostar por la ciencia de calidad. Es más importante que sea de calidad que la división entre básica o aplicada. Porque en el ámbito de la ciencia también se están produciendo una serie de fenómenos tóxicos, muchas revistas un poco fake están alterando los sistemas de medición, el sistema actual tiene también sus perversiones.
Eugenio Mallol.-Hay líneas divergentes dentro de las grandes áreas de investigación, cierto, también la ciencia necesita ponerse un poco de acuerdo.
María Iraburu.-Con asuntos como el de esas revistas tóxicas te das cuenta de hasta qué punto las instituciones educativas e investigadoras tenemos el reto de ser fiables. Porque hay un gran pacto social que es la confianza. A veces como revisora de revistas científicas me ha tocado analizar algún artículo con resultados preciosos, pero que no sabes si creer. La confianza en las personas, en las instituciones, el ser gente fiable que trabaja bien, me parece una de las aportaciones más importantes que puede hacer la ciencia.
Eugenio Mallol.-Llegas al puesto de rectora en un momento realmente delicado para la educación. Está en cuestión ahora mismo desde el sentido del lugar hasta la organización de los contenidos, las propuestas online se han asentado, puedes presenciar la conferencia de cualquier gran experto en Youtube…
María Iraburu.-La Universidad es una especie de inmensa empresa creativa y en los últimos años hemos tenido un aprendizaje doble: por un lado, la utilidad de los instrumentos, de las herramientas tecnológicas, algunas de las cuales a lo mejor no habíamos utilizado porque no había necesidad y hemos tenido que hacerlo. Las universidades nos hemos puesto al día en cuestiones de tecnología de una forma impresionante en poquísimo tiempo. Y, por otro lado, nuestra experiencia en la Universidad de Navarra ha sido que la apuesta que hicimos, incluso durante la pandemia, por la presencialidad, tiene un atractivo increíble para la gente joven. Nuestro planteamiento de la actividad docente está muy basado en la creatividad de cada profesor, no muy formalizado y no necesariamente dependiente de la tecnología: yo todavía doy clase y me encuentro con la paradoja de ir con unas presentaciones muy sofisticadas y encontrarme con que les gusta más que utilice la pizarra y la tiza, o a escribir con boli en post-its. El design thinking me encanta porque la forma más habitual de desplegarlo es con cartulinas, rotuladores y post-its. En realidad, hace falta innovación, adaptarnos a la mentalidad y la forma de ver el mundo de nuestros estudiantes, pero hay hechos básicos humanos como el de que es muchísimo mejor encontrarse que no.
Eugenio Mallol.-Hace poco mantuve una videollamada con Manuel de León, uno de nuestros grandes matemáticos, y tenía la pizarra llena de fórmulas, sí. Me decía: estuvimos el viernes trabajando sobre ellas.
María Iraburu.-Yo les digo a los estudiantes: dibujad, les insto a hacerlo en los exámenes. Las mejores ideas han nacido en servilletas de laboratorio. No dejes de tener la servilleta en la que todo comenzó.
Eugenio Mallol.-El mensaje de convertir a la Universidad en un ente fiable es muy potente. Dime cómo ves a la Universidad cuando todas estas aguas revueltas reposen y los roles queden de nuevo repartidos y asentados en la sociedad.
María Iraburu.-Soy una firme defensora de la Universidad como no puede ser de otra manera. Hace unas semanas, se celebró un congreso organizado por estudiantes para estudiantes, y me pidieron que fuese a inaugurarlo. Estaba ahí sentada con varios ponentes, y uno me dijo: yo siempre he pensado que mis hijos no irían a la universidad, pero hoy he cambiado de opinión, porque he visto a estos estudiantes y a estos buenos profesores, gente con iniciativa e interés. Eso es lo que va a asegurar el futuro de la Universidad. La magia que se produce cuando la persona joven se encuentra con la persona con experiencia profesional y al revés, ahí hay una chispa que sigue siendo la Universidad. ¿Cómo va a evolucionar? Lo iremos viendo. Tengo mucha confianza en que la Universidad lo que nos enseña fundamentalmente es a pensar. Cuando oigo esas voces que dicen que el mercado está cambiando, que las profesiones para las que se están preparando los jóvenes no van a existir, son terroríficas, pero pienso que es absurdo. Si somos verdaderas universidades y lo hacemos bien, les enseñaremos a pensar. Y una persona que sabe pensar se adapta, aprende rápido, es ella la que lidera el cambio en el mundo en lugar de esperar a ver por dónde le dan. En la medida en que sigamos siendo verdaderas universidades, en diálogo con los grandes retos de nuestro mundo, y enseñemos de verdad a pensar, no hay inteligencia artificial que lo supla.
Eugenio Mallol.-Hay una dinámica a nivel global de concentración de conocimiento. Cuando paseas por el campus del MIT o Harvard ves rascacielos llenos de empresas por cuyas ventanas se mueve personal en bata blanca. Las empresas están allí porque tienen la sensación de que son lugares donde pasan cosas. A veces, desde fuera, parece que en el sistema universitario español falte esa tensión competitiva. O nos activamos o el conocimiento se concentrará en una serie de hubs a nivel mundial y seremos dependientes de ellos.
María Iraburu.-Los que hemos tenido estancias investigadoras en Estados Unidos nos damos cuenta de que lo que tienen allí es una concentración de talento internacional. Hasta que no seamos capaces de hacer algo propio en España y Europa, estaremos en inferioridad de condiciones. Eso es así. España ha tenido un prestigio increíble en investigación en mi área, pero somos malos en transferencia. Eso requiere un esfuerzo a todos los niveles, tiene que ver con la legislación, con la estructura universitaria, también con la empresa. Necesitamos lugares de encuentro como sucede en Estados Unidos o en Israel, e instrumentos financieros. La Agenda de la Innovación Europea es consciente de que hemos perdido un poco el tren respecto a Estados Unidos por ejemplo en todo lo que tiene que ver con la tecnología, y apuesta por una tecnología profunda que responda a los problemas de la sociedad, que tenga en cuenta varias dimensiones, y no estrictamente la tecnológica. Europa, y España en concreto, podría hacer una apuesta muy interesante incluyendo también esa dimensión humanística, tan propia de la Universidad europea. Sería una cosa diferencial.
Eugenio Mallol.-No tener una visión estrictamente instrumental del conocimiento.
María Iraburu.-Eso es. Todo lo que sea fomentar esa relación es necesario.
Eugenio Mallol.-Estoy totalmente de acuerdo en que es un problema de todos, no sólo de la Universidad. Pero en lo que a vosotros se refiere cuéntame cómo estáis intentando resolverlo.
María Iraburu.-En cada facultad tenemos una relación muy estrecha con las empresas del sector, que viene de hace muchos años porque hemos tenido siempre una larga tradición de prácticas de empresas de nuestros estudiantes y somos muy buenos en salidas profesionales. Con los másteres se ha abierto todo un mundo de contenidos y de formación de postgrado muy orientados a la industria, y eso nos ha permitido invitar a personas de distintas empresas a dar clase, a traer el ruido de la calle al aula, como me gusta decir. Una vez se establece esa relación es cuando puede surgir la chispa, que puede ser un área de investigación que le interesa a una empresa y que decide financiar vía cátedras, por ejemplo. Eso permite que se genere conocimiento, hace que la empresa esté muy cerca de los avances en su sector y que la Universidad pueda hacer una investigación no de corto plazo, sino algo que finalmente dé lugar a publicaciones, que sea sólido y a la vez este muy cercano a los intereses de la empresa. Lo que hay que hacer es hablar, hace falta esa cercanía para ver qué les inquieta, qué les importa. Ahora, con la sostenibilidad estamos teniendo muchas conversaciones porque lanzamos un nuevo proyecto en este ámbito.
Eugenio Mallol.-Háblame de ese nuevo proyecto.
María Iraburu.-Lo llamamos Bioma, que significa biodiversidad y medio ambiente. Combina, por un lado, la investigación del ámbito de la ciencia con un comité interdisciplinar con profesores de Comunicación, de Derecho, de Económicas, de Arquitectura, hay una serie de líneas de investigación que tienen que ver precisamente con determinar el impacto de los cambios ambientales, por ejemplo, en la productividad agraria, o cómo afecta la acción humana al entorno, mediante la monitorización de ecosistemas. Es apasionante e incluye una línea de investigación sobre comunicación, porque uno de los grandes temas relacionados con el cambio climático es el caos informativo que hay. Sin una ciencia sólida detrás y una transferencia fiable de sus resultados a la población, no hacemos nada. Todo este trabajo investigador requiere que ir de la mano de la ciudadanía, desde hace unos años se ve incluso en los proyectos de investigación. Debe haber una actividad divulgativa y comunicadora muy fuerte como parte de la transferencia social de la investigación. Junto a Bioma, vamos a tener un espacio expositivo, un Museo de Ciencias, que combinará el museo de historia natural, para disfrutar de la naturaleza, con el museo de ciencias para hacer experimentos y comprender cómo se hace la ciencia con un proyecto educativo muy interesante para familias y colegios. Queremos contribuir a que la gente entienda mejor la ciencia, porque si es así comprendes mejor sus posibilidades y también sus limitaciones, y hasta qué punto necesita de otras áreas como las humanidades.
Eugenio Mallol.-Un investigador español en el extranjero me trasladaba esta reflexión sobre el perfil del profesor en nuestro país: su configuración mental está más próxima a la del docente, que está acostumbrado a decir que no, que a la del investigador, que siempre busca nuevos desafíos para cambiar el mundo. Es casi un cambio sociológico, hasta psicológico, el que se necesitaría.
María Iraburu.-Ahí cada Universidad es un poco un mundo. Vistas por fuera todas pueden ser más o menos parecidas. Donde hay que mirar, la prueba interesante, es al perfil investigador. Esa es la gran diferencia, que tiene muchas veces que ver con el modelo de la Universidad. En las que apostamos por la investigación, para empezar, el profesor tiene una dedicación que le permite investigar. En cuanto a las carreras profesionales, ahora hay una reflexión potente en la Universidad española. Queremos hacerlas atractivas, se plantean una serie de hitos razonables para ir avanzando y progresando con una dedicación adecuada, para poder acreditarse y ser titular y luego catedrático, sin figuras encubiertas de profesores mal pagados. Intentar dignificar la carrera académica es fundamental. Y, junto a ello, una apuesta por la investigación que concrete qué se le pide a cada persona y por qué se le promociona. Nuestro modelo se basa en que todo profesor nuestro es investigador, intentamos que pueda dedicar el 50% del tiempo a ello.
Además, los profesores necesitamos apoyo para los aspectos más aplicados de la investigación. Es decir, si una investigación da como resultado una empresa, que alguien ayude con los aspectos que tienen que ver con la dimensión financiera y todo lo demás. A los profesores nos gustaría que las universidades tuvieran pocos alumnos, muchos profesores, dar pocas horas de clase, que los alumnos paguen poco, hacer inventos y que la sociedad se beneficie de ellos casi gratis, pero si vas a hacer una vinculación con la industria y la empresa necesitas otros criterios que no sean los nuestros, que son muy idealistas, como tiene que ser, porque también eso es propio de nuestro perfil.
Eugenio Mallol.-Es preciso hablar de la impresionante escasez de determinados perfiles profesionales en España. Obviamente sois conscientes en las universidades de ello, los propios rectores salís diciendo que no sabéis cómo atender esta demanda. Quizás el problema es el ritmo de aprobación de nuevas titulaciones, que es muy lento. El problema es que las empresas necesitan soluciones ya, a corto plazo.
Hemos tenido conversaciones muy recientes con industriales que nos dicen que hay una urgente necesidad. La dificultad nos afecta a todos: nuestro profesorado tiene ahora unas ofertas increíblemente competitivas para hacer otras cosas, o nuestros estudiantes que acaban los estudios de ingeniería es muy difícil que opten por la vida académica si tienes empresas que les están ofreciendo cinco veces más sueldo. Formamos parte de los damnificados y de los preocupados por esto. Como rectora mujer diría que tenemos margen de mejora en toda la cuestión del talento femenino, todavía es muy bajo el porcentaje de mujeres en ciencia y tecnología. Una de las cosas que hará nuestro Museo de Ciencias es favorecer las vocaciones STEM entre las niñas y las jóvenes. No se trata de forzar a que nadie haga lo que no quiere hacer, lógicamente, pero hay mucho talento ahí que, bien orientado, podríamos tener una base importante. Y ahora hay que explicar mejor qué son las carreras y para qué son. Antes, ser ingeniero era en sí mismo una marca y una cosa muy deseable, ahora ves las profesiones que busca más la gente en internet y son las cosas más surrealistas.
Eugenio Mallol.-Lo de la selección de ciclos de FP es un drama.
Ese es otro tema, y hay que pensar en todo. Pero lo cierto es que si tú muestras a los estudiantes la vinculación que tienen determinadas carreras con solucionar los problemas, eso motiva y atrae. Tenemos que hacer una cierta didáctica, no podemos esperar a que lo descubran o pensar que algo es tan interesante que sólo tenemos que esperar a que vengan. Hay que salir al paso. Y este es un esfuerzo conjunto. Por nuestra parte, en lo que estamos es en capacitarnos para poder atender la demanda.