El futuro energético se juega entre la urgencia climática y la rivalidad geopolítica
El informe World Energy Outlook 2025, presentado por la International Energy Agency (IEA) da muestra de cómo las tensiones geopolíticas y los riesgos climáticos configuran un panorama más incierto que nunca. Aunque no se ofrecen certezas absolutas, hay un diagnóstico claro: el mundo demanda más energía y debe transformarse con urgencia.
La estabilidad del sistema energético mundial enfrenta desafíos simultáneos. Las interrupciones climáticas, los ciberataques y las tensiones geopolíticas se entrelazan con un nuevo tipo de amenaza: la dependencia de minerales críticos. Estos recursos, esenciales para las redes eléctricas, baterías y vehículos eléctricos, están concentrados en pocos países. Uno de ellos controla cerca del 70 % de la refinación global: China. Esta situación abre un frente de vulnerabilidad comparable al de los combustibles fósiles en décadas pasadas.
Así, la diversificación de las cadenas de suministro se presenta como un imperativo político y no solo económico. La transición hacia energías limpias dependerá tanto de nuevas alianzas como de la capacidad de los países para reducir su exposición a monopolios.
La era de la electricidad
La electricidad se consolida como la columna vertebral de la economía moderna. Su consumo crece más rápido que cualquier otra fuente energética y podría aumentar hasta un 50% para 2035 en los escenarios más optimistas. Este cambio responde al avance de la movilidad eléctrica, la expansión de los centros de datos y la electrificación del uso doméstico e industrial.
Sin embargo, el auge eléctrico también muestra fragilidades: retrasos en las redes de transmisión, atascos en la fabricación de transformadores y una lenta expansión del almacenamiento energético. Los apagones ilustran los riesgos de una infraestructura que avanza a un ritmo inferior al de la demanda.
Por otro lado, las sequías, tormentas e incendios forestales limitan la producción energética y dañan infraestructuras críticas. Cada año, más de 200 millones de hogares en el mundo sufren interrupciones vinculadas a eventos extremos. Frente a ello, el informe plantea fortalecer la resiliencia de los sistemas eléctricos y acelerar la modernización tecnológica. El almacenamiento en baterías muestra progresos notables, con más de 75 gigavatios añadidos en 2024, pero su alcance sigue siendo limitado. La transición energética necesitará soluciones más amplias para cubrir tanto la flexibilidad diaria como la estacional.

Gráfico: World Energy Outlook 2025 (IEA)
Nuevos desafíos
India, el Sudeste Asiático y África emergen como los principales motores del crecimiento energético. China, aunque mantiene un papel clave, cede parte de su protagonismo. Estas regiones concentran el 80% del aumento previsto en el consumo global hasta 2035 y cuentan con un potencial solar extraordinario. Esta nueva localización de la demanda refuerza la expansión de la energía solar y la necesidad de adaptar las redes eléctricas a climas más cálidos y a una demanda creciente de refrigeración.
Las energías renovables continúan liderando la expansión global. La solar fotovoltaica encabeza la lista, seguida por la eólica, hidroeléctrica y otras tecnologías limpias. Aun así, el exceso de capacidad en paneles solares y baterías podría desencadenar tensiones comerciales, presionar los precios y alterar los flujos de inversión.
Paralelamente, la energía nuclear vive un renacimiento. Más de 40 países han incluido esta fuente en sus estrategias, y la construcción de nuevos reactores alcanza su nivel más alto en tres décadas. Los pequeños reactores modulares surgen como alternativa atractiva para industrias y centros de datos que buscan estabilidad energética.
Por su parte, la demanda de gas natural y GNL crece impulsada por la expansión de proyectos en Estados Unidos, Qatar y Canadá. Sin embargo, la saturación del mercado y la competencia de las renovables podrían generar un excedente a finales de la década.
El petróleo, en cambio, parece haber alcanzado su punto máximo. Los vehículos eléctricos representan ya una cuarta parte de las ventas globales y se prevé que superen la mitad en 2035. Aunque las materias primas petroquímicas y el transporte pesado mantienen una demanda sostenida, el declive a largo plazo es inevitable.

Gráfico: World Energy Outlook 2025 (IEA)
Desigualdades y contaminación
Aún hay 730 millones de personas sin electricidad y casi 2.000 millones que dependen de métodos de cocción contaminantes. El nuevo escenario propone alcanzar la electrificación universal para 2035 y la cocina limpia para 2040, con políticas adaptadas a cada país. África subsahariana sigue siendo el mayor desafío, pero los avances recientes ofrecen una hoja de ruta viable.
Las emisiones globales de CO₂ alcanzaron un récord de 38 gigatoneladas en 2024. Superar el límite de 1,5 °C de calentamiento ya es un hecho, aunque el escenario de emisiones netas cero para 2050 mantiene abierta la posibilidad de evitar los peores efectos del cambio climático.
El informe destaca que la eficiencia energética, la expansión renovable, la electrificación y la reducción del metano son herramientas asequibles y disponibles. Sin embargo, la acción internacional sigue fragmentada y los compromisos nacionales debilitados.
El World Energy Outlook 2025 deja claro que el futuro energético dependerá de las decisiones que los gobiernos adopten en la próxima década. Garantizar la seguridad, contener los precios, reducir emisiones y ampliar el acceso con retos que exigen una visión coordinada y sostenida.

María José Martínez

